Utilizando las herramientas que
sugiero en el artículo anterior, se comienza el camino de la disociación. Una de las vías que, si es
este tu deseo, puede llevarte a la alegría y la paz interior.
Para explicar esto, hay que
preguntarse: ¿Quién soy?
¿Soy mi cuerpo, mis emociones, mis
estados mentales?
Si te mantienes en observación, con
los pulmones vacios, mientras las sensaciones físicas desagradables y los
torbellinos mentales intentan hacerte capitular, sabes ya -aunque tal vez sólo a nivel intuitivo- que no eres ni tu
cuerpo, ni tus emociones, ni tus estados mentales y esto es así porque puedes
experimentar que hay una observadora que observa todo lo que
está pasando.
Cuando empieces a disociarte conscientemente entre la observadora y
lo observado, podrás comprobar que algunos de los síntomas físicos
experimentados –opresión en el pecho o ahogo, por ejemplo– están relacionados
directamente con una emoción. Emoción
bien producida en respuesta a un
pensamiento, bien intensificada por
un pensamiento.
Y al contrario, puede aparecer un
síntoma físico sin más –podría ser un sofoco o palpitaciones– pero que,
inmediatamente, produce una emoción (angustia por ejemplo) que a su vez dispara
todo tipo de pensamientos dramáticos y negativos o, por lo menos, altamente
estresantes que refuerzan y amplifican el síntoma.
En cualquier caso, la mente va a estar implicada, bien como productora
bien como intensificadora de la reacción.
Sin embargo cuando empieza la disociación entre el observador y lo
observado, empieza también la desidentificación
con la mente que, en general, es un
pelín histérica y no deja de atosigarnos con sus exigencias, sus quejas y sus
dramas.
Lo que significa, que ya no vas a
sentir que la reacción de sofoco, angustia, palpitaciones, pánico etc. eres tú,
si no que es algo que está pasando en
tu cuerpo físico y/o mental. A partir de este momento empiezas también a saber
que puedes elegir lo que haces con la
reacción.
¿Vas a dejarte arrastrar por ella y a acentuarla?
¿Vas a observar su desarrollo sin intervenir, sabiendo que te está
enseñando algo sobre tu cuerpo y/o tu mente?
Si eliges
lo segundo vas a aprender mucho sobre lo que te viene bien y lo que no, sobre
lo que realmente quieres y lo que no, sobre las verdaderas razones de ciertos síntomas o estados. Por supuesto no
te va a salir siempre a la perfección,
date tiempo, no te preocupes si la reacción te puede más de una vez,
simplemente sigue intentándolo y perdónate si no te sale.
Quiérete.
Si no te desanimas, comprobarás que la
reacción es cada vez menos intensa y más corta. Hasta el día que sientas que
eres dueña de ti misma. Que,
finalmente, la observadora utiliza su
cuerpo y su mente como ella quiere y deja de ser el juguete inconsciente de
todas las emociones, influencias y estados que le llegan.
Y cuando hablo de emociones, influencias y estados que le llegan, me refiero a hechos
que pueden ser exteriores, pero que sobre
todo son interiores, puesto que la mente y el cuerpo reaccionan siempre en
función de aprendizajes inconscientes del pasado que, justamente ahora, en el
periodo de purificación y renacimiento de la menopausia, salen a la luz para
ser transformados en consciencia y nuevas energías para comenzar el ciclo de
poder.
Aunque las mujeres tenemos la suerte
de tener un mecanismo exclusivo –la menopausia– para hacer esta transformación
con muchas probabilidades de éxito, en realidad, todo ser humano tiene que
llegar a este estado de desidentificación con el cuerpo y la mente para ser
verdaderamente libre. Por lo que existen técnicas, enseñanzas y filosofías
múltiples que hablan de ello de distintas formas, por lo que para muchas de
vosotras lo que digo no será nuevo, para otras sí.
En cualquier caso, lo que propongo es
una herramienta accesible, que puede utilizarse en cualquier momento que la
angustia, el dolor, el pánico, el miedo o la cólera se manifiesten y parezcan
llevarse todo por delante. Además, funciona –siempre que se use, claro.
Cuando consigas observar la mayoría de las veces una emoción/molestia
en tu cuerpo/mente sin intervenir, en realidad estarás experimentando un tipo
de estado meditativo.
Puedes alargarlo en una verdadera
meditación de algunos minutos a una hora, en momentos que te convengan. Por
ejemplo antes de irte a dormir te relajará y purificará tu mente, lo que hará
que duermas mucho mejor. También puede hacerse en medio de la noche –cinco, 10
minutos– si te desvelas de repente (caso típico de los sudores nocturnos) y tu cabeza empieza a estresarse por X-mil cosas.
La técnica es una variación de lo
explicado en el artículo precedente, pero en este caso no será una respuesta a una
reacción desagradable, si no una elección tuya en ese momento específico. Por
supuesto, tú puedes estar haciendo ya algún tipo de meditación que te venga
bien y, en este caso, puedes seguir haciéndola igual. Lo que yo propongo es una
opción entre otras.
Para hacerlo:
a)
Te sientas en la posición del loto si te es confortable (ayudada por
almohadones o cojines), si no, simplemente tumbada.
b)
Observas tu cuerpo respirando normalmente –en este caso no hay parada
con los pulmones vacíos… tensiones, opresión en medio del pecho o en la tripa,
palpitaciones, sofoco eventual… No cambias nada. No quieres cambiar nada, simplemente respiras normalmente y observas.
c)
Si tu mente no para de hablar, no pasa nada, la observas también y la
regañas un poco de forma cariñosa. Puedes
imaginarla como una niña pequeña en el centro de tu pecho. Una niña pequeña que
tiene miedo y está nerviosa, y que será calmada y abrazada en el chacra corazón
por la Madre Celeste o cualquier otra imagen que te venga bien.
Estás
en este estado de observadora, el tiempo que te parezca. Si es para ayudarte a dormir aconsejo un cuarto de hora. Por
supuesto, tu puedes alargarlo todo lo que quieras ¡No hay contraindicaciones!
Tampoco
hay ningún problema si te parece que la mayoría de las veces no te sale en absoluto. Los efectos se
manifiestan simplemente con que tengas la intención y la voluntad de hacerlo.
Con el
tiempo verás que llegas a un nivel superior de observación, de estabilidad y de
calma.
Finalmente,
un aviso. Si, como es usual, tu vida está llena de actividades y obligaciones y
no tienes un minuto libre, no intentes hacer tu cuarto de hora meditativo antes
de dormir además de todo lo
que haces normalmente.
Aconsejo
hacerlo en vez de otra cosa
que hagas, como por ejemplo ver la TV, o leer. No es una buena idea añadir más
deberes a tu vida, es aconsejable que establezcas prioridades y decidas de qué
otra actividad puedes prescindir.
Regla 3: Proponte encontrar un equilibrio
entre trabajo/familia/descanso/ actividades artísticas u otras y contacto con
la naturaleza.
Hay actividades/situaciones
que tendrás que modificar o abandonar.
La
menopausia es el momento de hacerlo.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
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Me encanta este blog,no sé porqué no tiene más comentarios, he aprendido muchísimo acerca de esta etapa! solo quiero darte las gracias!
ResponderEliminarHola lunaroja! Gracias a tí. Tu comentario se publica con retraso porque he estado dos semanas de retiro sin internet. Mi ritmo de vida se hace cada vez más contemplativo y lento ¡Tal vez por eso hay pocos comentarios!Pero no importa, lo importante es que estos artículos inspiren a otras mujeres. Un abrazo.
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