Como ya he comentado en el artículo
precedente, en la actualidad hay una gran alarma respecto a las carencias de
vitamina D. Por ejemplo, y haciendo un repaso sumario y rápido de
publicaciones, en Francia habría entre un 14 y un 40 % de personas con
deficiencias de vitamina D, en Finlandia sería de un 28 %, en Noruega entre un
31 y un 43 %, en Dinamarca de 13 %; sin embargo en Austria sería de un 6,9 % y
en Grecia un 5 %.
Y luego está el caso particular de las
mujeres que usan velo y donde las cifras llegan al 85 %.
Pero ¿cómo se decide si hay carencia o
no de vitamina D?
Lo que se hace es mirar la
concentración en sangre de la 25-hidroxivitamina
D3, la reserva.
Pero, además, ha habido que definir a
nivel internacional lo que significa insuficiencia
de vitamina D para, finalmente, llegar a la conclusión de que es la tasa de vitamina D (refiriéndose a la
25-hidroxivitamina D3) por debajo de la
cual hay efectos negativos para la salud y especialmente para el hueso.
Todo eminentemente lógico ¿y cuál es
esa tasa?
Ah… aquí ha habido ligeros desacuerdos
entre los distintos paneles de expertos pero, en general, se ha propuesto que
hay insuficiencia a tasas que van de 10 a 30ng/ml (25 a 75nmol/l).
Por debajo de 10ng/ml (25nmol/l)
habría carencia grave.
Y, si os doy todas estas medidas, es
porque cuando se habla de vitamina D se utilizan indistintamente los nanogramos por mililitro (ng/ml) y los nanomoles por litro (nmol/l) para los análisis sanguíneos y las unidades internacionales (UI) y los microgramos (ug) para las dosis
medicamentosas y alimentarias… un lío, vamos.
En cuanto a la tasa recomendada en
sangre sería de 30 a 70ng/ml (75-175nmol/l).
Pero eso era en el año 2010, porque en el 2011 las recomendaciones del
Instituto de Medicina Americano habían cambiado y la tasa había pasado a
20ng/ml (50nmol/l).
Y la gran diferencia es, que si se consideran
las últimas recomendaciones, ahora resulta que la mayoría de la población sí que alcanza esta cifra de 20ng/ml
(50nmol/l) y entonces no hay deficiencias generales de vitamina D como se
temía.
Y os aseguro que todo lo anteriormente
expuesto no es broma…es, simplemente, la forma de funcionar
científica, donde se trabaja con los datos que se tienen hasta que llegan
otros.
Así que os voy a decir lo que
realmente es importante para saber si, personalmente, se tiene déficit de
vitamina D.
La carencia real de vitamina D, independientemente de que las cifras sean ayer
unas y hoy otras, tiene una serie de consecuencias que comienzan por dolores musculares difusos, debilidad
muscular y fatiga constante sin que el examen clínico encuentre problemas
musculares, ni neurológicos, ni inflamaciones locales.
De hecho, lo que suele hacer el cuerpo
médico es decretar una enfermedad psicosomática y recetar antidepresores.
Con el tiempo la sensación de
debilidad muscular se acentúa, la persona puede tener dificultades para ponerse
el abrigo, pasar la aspiradora o llevar un bolso pesado. Si la cosa sigue, aparecen
fisuras muy dolorosas en el hueso, deformaciones esqueléticas y fracturas.
Aunque, como esto último, ya es un
diagnóstico de osteomalacia grave por falta de vitamina D, normalmente el médico se daría cuenta antes de lo que está pasando.
Pero no hay que llegar a ello, si te
quejas de una fatiga que no desaparece y de dolores difusos musculares, a veces
acompañados de dolores de cabeza o migrañas, antes de hacer cualquier otra cosa
y de comenzar a intoxicarte con medicaciones variadas, hazte un análisis de
vitamina D.
Si resulta que tu nivel sérico está
por debajo de 20 ng/ml (50 nmol/l), junto con los síntomas descritos
precedentemente, tu problema es que tienes carencia en vitamina D.
En este caso tu médico te suplementará
con megadosis de 10.000 a 50.000 UI o más, según la gravedad del caso. Estas
megadosis son necesarias al principio y de manera puntual, cada 7 o 10 días o
mensuales. Luego hay que volver a analizarse
y si todo ha vuelto al orden lo mejor sería que empezases a tomar el sol.
Si, realmente, no te es posible porque vives en Finlandia y es
invierno, parecería lógico echar mano de un suplemento.
Sin embargo, cuando me he puesto a
buscar las cantidades recomendadas me he encontrado con que:
a)
Una revisión sistemática (1) de la literatura científica existente, expone
que en realidad no se conocen los
niveles sanguíneos óptimos de vitamina D para el ser humano.
b)
Tampoco se sabe si estos niveles cambian con la edad ni cuál es el
límite para establecer la necesidad o no de tratamiento (excepto en el caso de
los síntomas expuestos anteriormente).
c) No hay evidencia científica suficiente
para calcular un aporte diario medio aunque el gobierno de Canadá anunciaba en
el 2010 las nuevas cifras recomendadas
que van de 600 UI (15ug) a 800 UI (20ug) diarios en ausencia de exposición solar; mientras que en otras fuentes las
cifras aconsejadas son de 3ug (120 UI) a 37,5ug (1500 UI).
d)
No hay datos sobre los efectos a largo
plazo de concentraciones altas mantenidas de forma artificial y se considera que concentraciones crónicas de 50ng/ml (125nm/l) en sangre podrían
tener efectos adversos (cálculos renales, daño vascular, fracturas).
Visto lo visto yo me echo a temblar
cuando veo las publicidades sobre la vitamina D natural para toda familia…
Así que tendrás que usar tu instinto y
un buen consejo médico para decidir qué
tienes que tomar y durante cuánto tiempo. Siendo realmente necesario el
análisis de los niveles sanguíneos para poder orientarse.
También ten en cuenta que, en el
mercado, encontrarás suplementos de vitamina D2 vegetales y naturales,
pero que no se sabe muy bien cómo se asimilan, siendo la vitamina D animal –o sea la nuestra– la D3.
Por lo demás y teniendo en cuenta lo
anterior, si no hay razones para suponer una posible carencia de vitamina D, suplementarse
por si acaso, puede revelarse
problemático.
Lo que sí parece comprobado es que la
concentración sérica máxima inducida por la exposición solar no excede nunca de
alrededor de 60 ng/ml y que esta concentración varía naturalmente según la locación geográfica y la época del año.
Así que no está de más recordar que,
en España, en Nueva York, en Buenos Aires, en Camberra o en Montevideo 20
minutos en invierno de exposición de manos, brazos y cara en las horas
centrales del día (7 minutos en verano) te permite fotosintetizar nada menos
que 1000 UI (25ug) de vitamina D.
El tiempo de exposición necesario para
sintetizar lo mismo sería sólo de unos pocos minutos y durante todo el año en
Centro América, Méjico, Colombia, Perú, Brasil, todo África, India, China,
Australia, Borneo, Madagascar… y los demás países vecinos de estos y que no he
nombrado.
En cuanto a la sospecha de que todo el
norte de Europa (a partir de los Pirineos), Canadá, Rusia y ex países de la
Unión Soviética estén en peligro de carencia grave, no está nada claro… por un
lado nos encontramos con el misterio de que la población austriaca, que tendría
todas las papeletas por situación geográfica para estar carenciada, no lo está
incluso considerando las antiguas cifras de 30 ng/ml (75 nmol/l).
Por otro, y como he escrito en un
artículo anterior, existe cierta inconsistencia en el conocimiento científico
sobre la producción de vitamina D por la acción de luz solar.
Lo que significa que, aunque se piense que no es
posible, tal vez el cuerpo sí pueda sintetizar vitamina D con el sol de
invierno en estas latitudes.
Siempre que se tome
el sol, claro.
Y yo, que he vivido
nueve años en Viena, recuerdo la nieve centelleante bajo un magnífico sol
invernal.
Sin que esto quiera decir que no haya
que tener en cuenta las necesidades específicas de poblaciones en peligro real de carencia, como son las personas
enfermas o muy ancianas que no salen de casa y también, en la actualidad,
muchas mujeres jóvenes que viven constantemente en ambientes artificiales, así
como, tal vez, personas de piel negra que viven en los países bálticos.
Un caso especial son las mujeres con
velo integral. Si usas velo tendrías que encontrar la manera de tomar el sol en la piel de manera suficiente y
adecuada a tus creencias religiosas.
Tu salud y tus huesos dependen de
ello.
Y ahora pasemos a lo siguiente que quería
tratar en este artículo, que es el calcio.
En realidad, lo que nos interesa es el
calcio asimilado, pequeño detalle
que se deja de lado cuando se trata de recomendar productos lácteos a mansalva…
o suplementos.
Porque la asimilación del calcio
depende de una cantidad adecuada de vitamina D, pero también de una cantidad
adecuada de magnesio y fósforo, de vitamina C y de zinc, por citar sólo cuatro
cosas.
Y esta asimilación es afectada
negativamente por la ingestión en exceso de proteínas animales,
azúcar, alcohol, colas o comidas procesadas que al acidificar el cuerpo pueden
obligar a este a sacar calcio del hueso para mantener estable el pH sanguíneo.
Por lo que vemos que llegamos al punto
común… hablemos de colesterol, de sofocos o de osteoporosis: lo que comemos.
Pero también hay otras cosas menos
evidentes. Por ejemplo, cuando te recetan antibióticos ¿alguien te dice que esto disminuirá los niveles de ácido clorhídrico
en tu estómago? Lo que significa que la absorción de nutrientes y calcio se
verá muy disminuida.
O ¿alguien
te explica que el uso de antiácidos con aluminio o de medicamentos como
cortisona, hormonas tiroideas o heparina puede interferir en las relaciones
normales calcio/fósforo?… de las cuales depende el mantenimiento del hueso sano
(2).
Por eso, reducir la salud ósea al
calcio ingerido diariamente, que es lo que se ha hecho durante muchos años y se
sigue haciendo, es totalmente engañoso.
Lo que no quita para que, después de
sucesivas revisiones a la alza, las recomendaciones de ingesta de calcio hayan
llegado a la estratósfera con cifras entre 1000 y 1200 mg de calcio diarios
para mujeres en la cincuentena, si bien, y usando los mismo datos científicos, en Inglaterra se conforman
con sólo 700 mg por día (3).
En realidad, estudios recientes
sugieren (3) que si la dieta comporta pocas verduras y frutas se necesitarían en torno a los 700 mg/día, pero que si hay
abundancia de productos frescos y poco transformados, verduras, ensaladas, legumbres,
buenos aceites, algas… en fin, más o menos, la dieta mediterránea o ciertas
dietas orientales (que también pueden incluir carne, pescado o productos lácteos
con moderación), las necesidades serían de unos 500 mg/día… perfectamente
obtenibles con estos mismos productos verdes que, además, tienen las cantidades
adecuadas de magnesio y otros micronutrientes necesarias para que el calcio se
asimile.
Creo que es interesante, además, que
os informe de que en Suecia se ha hecho un seguimiento durante 19 años de 61433
mujeres que, en el momento de la publicación de los datos en el 2011, tenían
entre 63 y 97 años (4) y donde no se observó ningún beneficio por encima de 751
mg de calcio/día. Es más, cuando el aporte se elevaba a más de 1137 mg/ día aparecía
un riesgo de fractura de cuello de fémur aumentado de 19%.
Esto sin contar con la publicación, en
el 2007, de un metaanálisis que examinó los efectos clínicos de dosis de
calcio diarias de entre 1000 y 1200 mg/día administradas a mujeres menopáusicas
y que encontró que el riesgo de fractura aumentaba de 64% respecto al grupo
placebo (5).
A lo que hay que añadir que, este
mismo exceso de calcio, podría aumentar el riesgo de infarto (6).
La conclusión es que te mantengas alejada de los suplementos de calcio
que inundan el mercado, su eficacia respecto a la prevención de la osteoporosis
es nula, sus riesgos –incluyendo las fracturas que desearías evitar– altos.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
(1) Y. Gilaberte,
J. Aguilera, J.M. Carrascosa, F.L. Figueroa, J. Romaní de Gabriel, E. Nagore. La vitamina
D: evidencias y controversias. Actas Dermosifiliogr. 2011; 102: 572-88. -
Vol. 102.
(2) Leslie Kenton (1996). Passage to Power. Natural Menopause Revolution. (Distintas
editoriales).
(3) Thierry Souccar. Le Mythe de l’ostéoporose. Thierry Souccar Éditions 2013.
(4) Warensjö E, Byberg L, Melhus H, Gedeborg R, Mallmin H, Wolk A, Michaëlsson K. Dietary calcium intake and risk of fracture and osteoporosis: prospective longitudinal cohort study. BMJ. 2011 May 24;342:d1473.
(5) Bischoff-Ferrari HA, Dawson-Hughes B, Baron JA, Burckhardt P, Li R,
Spiegelman D, Specker B, Orav JE, Wong JB, Staehelin HB, O'Reilly E, Kiel DP,
Willett WC. Calcium intake and hip fracture
risk in men and women: a meta-analysis of prospective cohort studies and
randomized controlled trials. Am J Clin Nutr. 2007 Dec;86(6):1780-90.
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