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viernes, 17 de octubre de 2014

19. Osteoporosis: suplementos de vitamina D y calcio.


Como ya he comentado en el artículo precedente, en la actualidad hay una gran alarma respecto a las carencias de vitamina D. Por ejemplo, y haciendo un repaso sumario y rápido de publicaciones, en Francia habría entre un 14 y un 40 % de personas con deficiencias de vitamina D, en Finlandia sería de un 28 %, en Noruega entre un 31 y un 43 %, en Dinamarca de 13 %; sin embargo en Austria sería de un 6,9 % y en Grecia un 5 %.

Y luego está el caso particular de las mujeres que usan velo y donde las cifras llegan al 85 %.

Pero ¿cómo se decide si hay carencia o no de vitamina D?

Lo que se hace es mirar la concentración en sangre de la 25-hidroxivitamina D3, la reserva.

Pero, además, ha habido que definir a nivel internacional lo que significa insuficiencia de vitamina D para, finalmente, llegar a la conclusión de que es la tasa de vitamina D (refiriéndose a la 25-hidroxivitamina D3) por debajo de la cual hay efectos negativos para la salud y especialmente para el hueso.

Todo eminentemente lógico ¿y cuál es esa tasa? 

Ah… aquí ha habido ligeros desacuerdos entre los distintos paneles de expertos pero, en general, se ha propuesto que hay insuficiencia a tasas que van de 10 a 30ng/ml (25 a 75nmol/l). 

Por debajo de 10ng/ml (25nmol/l) habría carencia grave.

Y, si os doy todas estas medidas, es porque cuando se habla de vitamina D se utilizan indistintamente los nanogramos por mililitro (ng/ml) y los nanomoles por litro (nmol/l) para  los análisis sanguíneos y las unidades internacionales (UI) y los microgramos (ug) para las dosis medicamentosas y alimentarias… un lío, vamos.

En cuanto a la tasa recomendada en sangre sería de 30 a 70ng/ml (75-175nmol/l).

Pero eso era en el año 2010, porque en el 2011 las recomendaciones del Instituto de Medicina Americano habían cambiado y la tasa había pasado a 20ng/ml (50nmol/l).

Y la gran diferencia es, que si se consideran las últimas recomendaciones, ahora resulta que la mayoría de la población que alcanza esta cifra de 20ng/ml (50nmol/l) y entonces no hay deficiencias generales de vitamina D como se temía.

Y os aseguro que todo lo anteriormente expuesto no es broma…es, simplemente, la forma de funcionar científica, donde se trabaja con los datos que se tienen hasta que llegan otros.

Así que os voy a decir lo que realmente es importante para saber si, personalmente, se tiene déficit de vitamina D.

La carencia real de vitamina D, independientemente de que las cifras sean ayer unas y hoy otras, tiene una serie de consecuencias que comienzan por dolores musculares difusos, debilidad muscular y fatiga constante sin que el examen clínico encuentre problemas musculares, ni neurológicos, ni inflamaciones locales

De hecho, lo que suele hacer el cuerpo médico es decretar una enfermedad psicosomática y recetar antidepresores.

Con el tiempo la sensación de debilidad muscular se acentúa, la persona puede tener dificultades para ponerse el abrigo, pasar la aspiradora o llevar un bolso pesado. Si la cosa sigue, aparecen fisuras muy dolorosas en el hueso, deformaciones esqueléticas y fracturas.

Aunque, como esto último, ya es un diagnóstico de osteomalacia grave por falta de vitamina D, normalmente el médico se daría cuenta antes de lo que está pasando.

Pero no hay que llegar a ello, si te quejas de una fatiga que no desaparece y de dolores difusos musculares, a veces acompañados de dolores de cabeza o migrañas, antes de hacer cualquier otra cosa y de comenzar a intoxicarte con medicaciones variadas, hazte un análisis de vitamina D. 

Si resulta que tu nivel sérico está por debajo de 20 ng/ml (50 nmol/l), junto con los síntomas descritos precedentemente, tu problema es que tienes carencia en vitamina D.

En este caso tu médico te suplementará con megadosis de 10.000 a 50.000 UI o más, según la gravedad del caso. Estas megadosis son necesarias al principio y de manera puntual, cada 7 o 10 días o mensuales. Luego hay que volver a analizarse y si todo ha vuelto al orden lo mejor sería que empezases a tomar el sol.
 
Si, realmente, no te es posible porque vives en Finlandia y es invierno, parecería lógico echar mano de un suplemento. 

Sin embargo, cuando me he puesto a buscar las cantidades recomendadas me he encontrado con que:

a)   Una revisión sistemática (1) de la literatura científica existente, expone que en realidad no se conocen los niveles sanguíneos óptimos de vitamina D para el ser humano.

b)   Tampoco se sabe si estos niveles cambian con la edad ni cuál es el límite para establecer la necesidad o no de tratamiento (excepto en el caso de los síntomas expuestos anteriormente). 

c)  No hay evidencia científica suficiente para calcular un aporte diario medio aunque el gobierno de Canadá anunciaba en el 2010 las nuevas cifras recomendadas que van de 600 UI (15ug) a 800 UI (20ug) diarios en ausencia de exposición solar; mientras que en otras fuentes las cifras aconsejadas son de 3ug (120 UI) a 37,5ug (1500 UI). 

d)   No hay datos sobre los efectos a largo plazo de concentraciones altas mantenidas de forma artificial y se considera que concentraciones crónicas de 50ng/ml (125nm/l) en sangre podrían tener efectos adversos (cálculos renales, daño vascular, fracturas).

Visto lo visto yo me echo a temblar cuando veo las publicidades sobre la vitamina D natural para toda familia… 

Así que tendrás que usar tu instinto y un buen consejo médico para decidir qué tienes que tomar y durante cuánto tiempo. Siendo realmente necesario el análisis de los niveles sanguíneos para poder orientarse.

También ten en cuenta que, en el mercado, encontrarás suplementos de vitamina D2 vegetales y naturales, pero que no se sabe muy bien cómo se asimilan, siendo la vitamina D animal –o sea la nuestra– la D3.

Por lo demás y teniendo en cuenta lo anterior, si no hay razones para suponer una posible carencia de vitamina D, suplementarse por si acaso, puede revelarse problemático.

Lo que sí parece comprobado es que la concentración sérica máxima inducida por la exposición solar no excede nunca de alrededor de 60 ng/ml y que esta concentración varía naturalmente según la locación geográfica y la época del año.

Así que no está de más recordar que, en España, en Nueva York, en Buenos Aires, en Camberra o en Montevideo 20 minutos en invierno de exposición de manos, brazos y cara en las horas centrales del día (7 minutos en verano) te permite fotosintetizar nada menos que 1000 UI (25ug) de vitamina D. 

El tiempo de exposición necesario para sintetizar lo mismo sería sólo de unos pocos minutos y durante todo el año en Centro América, Méjico, Colombia, Perú, Brasil, todo África, India, China, Australia, Borneo, Madagascar… y los demás países vecinos de estos y que no he nombrado.

En cuanto a la sospecha de que todo el norte de Europa (a partir de los Pirineos), Canadá, Rusia y ex países de la Unión Soviética estén en peligro de carencia grave, no está nada claro… por un lado nos encontramos con el misterio de que la población austriaca, que tendría todas las papeletas por situación geográfica para estar carenciada, no lo está incluso considerando las antiguas cifras de 30 ng/ml (75 nmol/l). 

Por otro, y como he escrito en un artículo anterior, existe cierta inconsistencia en el conocimiento científico sobre la producción de vitamina D por la acción de luz solar.
 
Lo que significa que, aunque se piense que no es posible, tal vez el cuerpo sí pueda sintetizar vitamina D con el sol de invierno en estas latitudes.

Siempre que se tome el sol, claro.  
     
Y yo, que he vivido nueve años en Viena, recuerdo la nieve centelleante bajo un magnífico sol invernal.

Sin que esto quiera decir que no haya que tener en cuenta las necesidades específicas de poblaciones en peligro real de carencia, como son las personas enfermas o muy ancianas que no salen de casa y también, en la actualidad, muchas mujeres jóvenes que viven constantemente en ambientes artificiales, así como, tal vez, personas de piel negra que viven en los países bálticos.

Un caso especial son las mujeres con velo integral. Si usas velo tendrías que encontrar la manera de tomar el sol en la piel de manera suficiente y adecuada a tus creencias religiosas. 

Tu salud y tus huesos dependen de ello.

Y ahora pasemos a lo siguiente que quería tratar en este artículo, que es el calcio. 

En realidad, lo que nos interesa es el calcio asimilado, pequeño detalle que se deja de lado cuando se trata de recomendar productos lácteos a mansalva… o suplementos.

Porque la asimilación del calcio depende de una cantidad adecuada de vitamina D, pero también de una cantidad adecuada de magnesio y fósforo, de vitamina C y de zinc, por citar sólo cuatro cosas.

Y esta asimilación es afectada negativamente por la ingestión en exceso de proteínas animales, azúcar, alcohol, colas o comidas procesadas que al acidificar el cuerpo pueden obligar a este a sacar calcio del hueso para mantener estable el pH sanguíneo. 

Por lo que vemos que llegamos al punto común… hablemos de colesterol, de sofocos o de osteoporosis: lo que comemos.

Pero también hay otras cosas menos evidentes. Por ejemplo, cuando te recetan antibióticos ¿alguien te dice que esto disminuirá los niveles de ácido clorhídrico en tu estómago? Lo que significa que la absorción de nutrientes y calcio se verá muy disminuida. 

O ¿alguien te explica que el uso de antiácidos con aluminio o de medicamentos como cortisona, hormonas tiroideas o heparina puede interferir en las relaciones normales calcio/fósforo?… de las cuales depende el mantenimiento del hueso sano (2).

Por eso, reducir la salud ósea al calcio ingerido diariamente, que es lo que se ha hecho durante muchos años y se sigue haciendo,  es totalmente engañoso.

Lo que no quita para que, después de sucesivas revisiones a la alza, las recomendaciones de ingesta de calcio hayan llegado a la estratósfera con cifras entre 1000 y 1200 mg de calcio diarios para mujeres en la cincuentena, si bien, y usando los mismo datos científicos, en Inglaterra se conforman con sólo  700 mg por día (3).

En realidad, estudios recientes sugieren (3) que si la dieta comporta pocas verduras y frutas se necesitarían  en torno a los 700 mg/día, pero que si hay abundancia de productos frescos y poco transformados, verduras, ensaladas, legumbres, buenos aceites, algas… en fin, más o menos, la dieta mediterránea o ciertas dietas orientales (que también pueden incluir carne, pescado o productos lácteos con moderación), las necesidades serían de unos 500 mg/día… perfectamente obtenibles con estos mismos productos verdes que, además, tienen las cantidades adecuadas de magnesio y otros micronutrientes necesarias para que el calcio se asimile.

Creo que es interesante, además, que os informe de que en Suecia se ha hecho un seguimiento durante 19 años de 61433 mujeres que, en el momento de la publicación de los datos en el 2011, tenían entre 63 y 97 años (4) y donde no se observó ningún beneficio por encima de 751 mg de calcio/día. Es más, cuando el aporte se elevaba a más de 1137 mg/ día aparecía un riesgo de fractura de cuello de fémur aumentado de 19%. 

Esto sin contar con la publicación, en el 2007, de un metaanálisis que examinó los efectos clínicos de dosis de calcio diarias de entre 1000 y 1200 mg/día administradas a mujeres menopáusicas y que encontró que el riesgo de fractura aumentaba de 64% respecto al grupo placebo (5).

A lo que hay que añadir que, este mismo exceso de calcio, podría aumentar el riesgo de infarto (6).

La conclusión es que te mantengas alejada de los suplementos de calcio que inundan el mercado, su eficacia respecto a la prevención de la osteoporosis es nula, sus riesgos –incluyendo las fracturas que desearías evitar– altos.

Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.

(1)  Y. Gilaberte, J. Aguilera, J.M. Carrascosa, F.L. Figueroa, J. Romaní de Gabriel, E. Nagore. La vitamina D: evidencias y controversias. Actas Dermosifiliogr. 2011; 102: 572-88. - Vol. 102.

(2) Leslie Kenton (1996). Passage to Power. Natural Menopause Revolution. (Distintas editoriales).

(3)  Thierry Souccar. Le Mythe de l’ostéoporose. Thierry Souccar Éditions 2013.

(4)  Warensjö E, Byberg L, Melhus H, Gedeborg R, Mallmin H, Wolk A, Michaëlsson K. Dietary calcium intake and risk of fracture and osteoporosis: prospective longitudinal cohort study. BMJ. 2011 May 24;342:d1473.

(5)  Bischoff-Ferrari HA, Dawson-Hughes B, Baron JA, Burckhardt P, Li R, Spiegelman D, Specker B, Orav JE, Wong JB, Staehelin HB, O'Reilly E, Kiel DP, Willett WC. Calcium intake and hip fracture risk in men and women: a meta-analysis of prospective cohort studies and randomized controlled trials. Am J Clin Nutr. 2007 Dec;86(6):1780-90.

(6)  Bolland MJ, Avenell A, Baron JA, Grey A, MacLennan GS, Gamble GD, Reid IR. Effect of calcium supplements on risk of myocardial infarction and cardiovascular events: meta-analysis.   BMJ. 2010 Jul 29; 34.

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