En el 2006, cuando yo tenía 45 años, mi
ginecóloga me mandó una mamografía y una ecografía del pecho además de fruncir
el ceño por no haberme hecho todavía nada de ello a una edad tan avanzada.
Así que aprovecho mi circunstancia
particular para daros dos informaciones importantes.
La primera trata de la diferencia
entre las dos técnicas mencionadas. La ecografía
es un examen que, por lo que se sabe hasta ahora, no comporta ningún riesgo
conocido y puede repetirse las veces que se quiera. Localiza los nódulos
en el pecho y permite controlarlos de forma no invasiva, sin embargo no ve las micro-calcificaciones.
Para detectarlas hace falta hacer una mamografía,
examen menos inofensivo y más invasivo que irradia el pecho, aparte de comprimirlo
de forma más o menos brutal.
En la época, una ecografía de mamas costaba 42€ y una mamografía
67€ .
La segunda información es que, durante décadas, se recomendó el uso rutinario de la
mamografía en mujeres sanas sólo a partir de los 50 y fue a finales de los años 90 –y
en medio de una intensa controversia entre los mismos profesionales– cuando
empezaron a recomendarse los controles mamográficos periódicos a partir de los 40 o 45.
¿Y que suele pasar entre los 40 y
los 50? Pues que, normalmente, estás todavía en el ciclo reproductor, lo que
hace que tus pechos sean extremadamente densos con una estructura altamente
glandular que se incrementa todos los meses en la segunda parte del ciclo.
Esta situación hace que la
mamografía sea bastante difícil de interpretar debido a la (normal) densidad de
la mama. Situación que produce un elevado
número de falsos positivos por un lado mientras da una seguridad ficticia por otro, ya que pueden no verse ciertos
cánceres muy agresivos que doblan de tamaño en un mes (1) y que la mujer no
nota ya que, confiada en el resultado de la mamografía, deja de lado la
palpación periódica de sus pechos.
Para mujeres más mayores, una de
las ventajas de entrar en el ciclo de poder es que las mamas ya no se ven
sujetas a los cambios hormonales cíclicos, su densidad baja y la estructura
glandular se reduce. Si se hinchaban y dolían, dejan de hacerlo y se vuelven
más transparentes a la mamografía,
aunque esto también depende de si el seno tiene más o menos tejido
fibroso-glandular.
El pecho se considera denso a partir de un 25% de tejido fibroso-glandular
y puede llegar a tener más de un 75%, dependiendo de la mujer y siendo todas
estas cifras normales.
En cualquier caso, e
independientemente de la densidad de las mamas, lo que no se evita es el tercer
grave problema de la mamografía, que es la elevadísima incidencia del sobretratamiento. Aquí ya no se trata sólo
de falsos positivos acompañados de pruebas invasivas, innecesarias y
estresantes pero que darán resultados negativos, si no de verdaderos cánceres…
que no deberían ser tratados.
Y esto hay que explicarlo.
El uso masivo de la mamografía
rutinaria ha dado lugar a un dramático incremento de diagnósticos de DCIS (ductal carcinoma-in-situ) o carcinoma
ductal in-situ (1) en mujeres de
todas las edades. Este es un cáncer pre-invasivo reconocido como una
micro-calcificación, o sea lo que ve
específicamente la mamografía.
Se suele tratar como mínimo con
lumpectomía –extirpación del tumor y tejido circundante- y radiación y también con
extirpación de la mama y quimioterapia (1) (2). Sin embargo el 80% de todos los DCIS nunca se vuelven invasivos,
incluso aunque no sean tratados (1) (2) (3).
Es más, la mortalidad es la misma
para mujeres diagnosticadas y tratadas de DCIS en el estado temprano
pre-invasivo que para las diagnosticadas tardíamente y donde era claro que
estaban desarrollando el tipo de DCIS invasivo: un 1 % (1) (2).
Que la detección y tratamiento
temprano del DCIS no reduce la mortalidad ha sido confirmado por varios
estudios que han seguido la evolución de miles de mujeres en un periodo de
tiempo suficientemente largo, entre ellos el Canadian National Breast Cancer Screening Study con 39405 mujeres
de 50 a 59 años durante trece años (4).
Aunque el más conocido es el análisis
de Olsen y Gotzsche que se hizo después de observar -en contra de lo esperado-
que la mortalidad por cáncer de mama en Suecia y en Dinamarca no se había
reducido en absoluto después de 15 y 17 años, respectivamente, de examen mamográfico
rutinario (5). En el caso de Dinamarca sólo las mujeres que vivían en
Copenhague habían sido invitadas a hacerse mamografías rutinarias, pero no el
resto de la población, que era el restante 80% y que sirvió, involuntariamente,
como excelente grupo de comparación testigo.
En vista de la nula reducción de
muertes por cáncer en la población femenina de Copenhague, el gobierno danés
pidió a la sección nórdica del Cochrane
Breast Cancer Group Center una evaluación de los estudios que afirmaban que
la mamografía rutinaria bajaba hasta un 30% el riesgo de muerte por cáncer de
pecho, estudios en los que se basaba la recomendación a todas las mujeres para
hacerse este examen.
El Cochrane Breast Cancer Group Center era y es
una conocida institución científica que agrupa a investigadores del mundo
entero, para examinar, de forma independiente, la eficacia de los tratamientos
y exámenes relacionados con el cáncer de pecho y el profesor Peter Gotzsche era
el director de la sección nórdica.
Para su gran sorpresa, Olsen y
Gotzsche tuvieron que concluir que de los ocho estudios internacionales que
ellos revisaron (lo que se llama un meta-análisis), seis –los que obtenían una
baja de mortalidad de 25-30%– presentaban tales fallos de metodología que no
podían tenerse en cuenta.
En cuanto a los dos que fueron
considerados satisfactorios no mostraban ninguna baja de mortalidad relacionada
con la mamografía.
Y había algo peor, si se
aceptaban los resultados de todos los
estudios, la mamografía causaba más mortalidad que la que supuestamente evitaba,
ya que encontraron que la mortalidad global entre los grupos de mujeres
sometidas regularmente a la mamografía era un 6% más alto que entre los grupos
testigo.
El escándalo que produjeron estos
resultados (se entiende que entre los profesionales, ya que estas conclusiones
no llegaron al público) fue tal que Olsen y Gotzsche fueron presionados
para modificar la interpretación de sus análisis.
Asimismo, los editores del Cochrane Group añadieron
al informe final comentarios favorables al control rutinario por mamografía en
contra de la voluntad de los dos investigadores.
Olsen y Gotzsche se vieron
obligados a revisar minuciosamente sus resultados y a hacer una reevaluación en
función de todas las críticas que recibieron por parte de los partidarios de la
mamografía rutinaria.
Este re-análisis (6) efectuado siguiendo
escrupulosamente el estricto protocolo del Cochrane
Breast Cancer Group Center, no sólo confirmó si no que reforzó las primeras
conclusiones, además de revelar un aumento significativo de intervenciones
quirúrgicas en la población de mujeres sometidas a mamografías rutinarias.
Siguieron años de ataques ad hominen por parte de los defensores
de la mamografía rutinaria, lo que quiere decir que no se presentaban estudios
o razones que demostrasen la falsedad de los resultados de Olsen y Gotzsche si
no que simplemente se decía que sus conclusiones eran erróneas y se les desprestigiaba
personalmente.
En medio de la controversia, la
revista médica francesa independiente Prescrire
consagró dos dosieres importantes al tema de la mamografía rutinaria en abril y
mayo del 2006, donde se revisaron de nuevo todos los trabajos que se habían
hecho sobre el tema.
La conclusión sobre el
meta-análisis de Olsen y Gotzsche fue la siguiente (traduzco):
“A pesar de los reproches que se les ha dirigido, se trata sin ninguna duda
de un meta-análisis preciso, concienzudo y transparente. La clasificación de
los ensayos (se entiende que en satisfactorios o incorrectos) realizada por los autores es muy cercana a
la que ha llegado la redacción de la revista Prescrire”
Aunque toda esta
información empezó a circular en el año 2000, dudo mucho que tu médico te lo
haya contado, el mío desde luego no lo hizo en el 2006, el mismo año en que se
publicaron los dosieres de Prescrire
–sobre los cuales yo no tenía la menor idea.
¿Por qué me puse entonces a buscar los
estudios científicos que se habían hecho sobre la mamografía?
Pues bien, fue debido a la
conmoción física y emocional que me produjo hacerme aquella primera (y última
por ahora) mamografía a los 45, a la que fui como a un examen rutinario,
altamente recomendado y sin mayor historia.
Por supuesto que mi reacción fue
estrictamente subjetiva y no tiene que pasarle lo mismo a todo el mundo, pero
yo tenía unos pechos especialmente densos, duros y de sensibilidad extremada.
La brutalidad con la que me los aplastaron entre las planchas de la máquina y
el dolor que sentí, hizo que todo mi cuerpo se revelara de inmediato; emocionalmente
lo viví como una agresión grave.
Eso sin contar que yo ya llevaba
muchos años interesada en el yoga tántrico y, una de las cosas que me vino
inmediatamente a la cabeza durante el examen, fue que el yoga tántrico advierte
muy seriamente contra el apretujamiento de los pechos de una mujer durante el
acto sexual, porque este maltrato daría
lugar a lesiones que pueden llegar a producir un cáncer.
Y eso no es nada en comparación
al aplastamiento brutal de los senos durante una mamografía.
O sea que, primero, mi cuerpo me
avisaba de que aquello no me convenía y segundo, disponía de una información
proveniente del yoga –por lo tanto no científica tal como se entiende, pero avalada por cientos de
años de práctica- que sugería que aquella técnica, supuestamente salvadora de
vidas y ángel guardián de nuestros pechos, podría
provocar lo que buscaba.
En fin, que no necesité más para
lanzarme a investigar.
No encontré ningún trabajo que estudiase
si la presión ejercida en la mama puede producir lesiones cancerosas per se, como advierte el tantra, pero descubrí otras cosas.
Y es que, además de los falsos
positivos, la seguridad ficticia y el sobre tratamiento -este último punto, con
mucho, el más preocupante- la mamografía también exponía a un significativo
riesgo de producir un cáncer de pecho por acumulación de radiación (1) y,
especialmente, en mujeres que todavía se encuentren en el ciclo reproductor.
Esto es debido a que el pecho de
una mujer antes de la menopausia es extremadamente sensible a la radiación.
En el año 2006 en una mamografía
rutinaria se hacían cuatro placas por pecho, lo que significaba una exposición
aproximada de 1 rad (radiation absorbed
dose), que es mil veces más que la exposición para una radiografía de
pulmones -como actualmente esto puede haber cambiado, si te haces
mamografías sería interesante que te informases de la radiación a la que estás
expuesta.
Una exposición de 1 rad anual
aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer de pecho un 1%, lo que hace un 10 %
de aumento -por pecho- después de una década de controles.
El riesgo es mayor cuanto más
joven sea la mujer y aumenta cuatro veces (o sea 40% después de diez años de
mamografías) para el 1 o 2% de mujeres portadoras del gen silencioso A-T
(ataxia-telangiectasia). En el año 2001, el doctor Samuel Epstein (7) estimaba
que estos cánceres producidos directamente por la radiación en las portadoras
del gen A-T podía llegar hasta un 20% de los cánceres de pecho diagnosticados
anualmente.
Lo cual es enorme.
Aparte de eso, y ya desde 1928, a
los médicos se les recomendaba tratar un pecho canceroso con el mayor de los
cuidados. La razón era que una compresión excesiva podía producir la rotura de
los capilares que rodean el tumor y del tumor mismo con el resultado de la
difusión de las células cancerosas o, lo que es lo mismo, producción de
metástasis en zonas alejadas.
Lo que lleva a concluir que la
mamografía puede no detectar pequeños tumores en mujeres con pechos densos pero
lo que sí puede hacer es difundirlos por rotura de los mismos durante el
examen.
Pues bien, en el 2006 y a pesar
de que ya habían pasado de cinco a seis años de la publicación de los numerosos
estudios que señalaban que la mamografía no era tan anodina ni tan eficaz como
las mujeres suponíamos, decidir no hacerse una mamografía era considerado una estupidez
o una locura muy mal vista por el entorno, el médico, tus familiares y las
amigas, que te tildaban, como poco, de irresponsable.
Discutir semejante cosa con el
médico era prácticamente impensable, así que la siguiente visita a la
ginecóloga la hice con el dosier que había reunido y que despertó bastante su
interés; lástima que ella no supiese inglés, que es la lengua en la que se han
escrito todos los estudios originales (esto lo digo porque, según el país, las
probabilidades de que os encontréis con un médico que no hable ni lea inglés
son altas).
Actualmente la situación sigue
más o menos igual y el doctor Peter Gotzsche no se corta un pelo de escribir en
su libro Examen mamográfico. Verdad,
mentiras y controversia, publicado en inglés (8), que a las
mujeres se nos engaña… así con todas las letras.
El Cochrane Breast Cancer Group Center
reevaluó el tema en el 2012 teniendo en cuenta nuevos estudios publicados
sobre la mamografía. Os hago un resumen de
los puntos interesantes:
=Si 2000 mujeres son examinadas
regularmente durante 10 años una sola saldrá beneficiada, en el sentido de que es probable que una detección precoz le
evite la muerte por cáncer de seno. La reducción absoluta de la mortalidad es
por tanto de 0,05% y no de 30 o 25% como se lee una y otra vez en los artículos
destinados al público sobre la mamografía y en las revistas femeninas. Como ya
sabéis este 30 % se basa en conclusiones de estudios clínicos revisados por el
grupo Cochrane y que se han revelado inexactos por errores de método.
=Durante esos mismos 10 años, 10
mujeres perfectamente sanas serán sobretratadas, perderán sus senos en parte o
completamente, recibirán radioterapia y tal vez quimioterapia. El tratamiento
aumentará su riesgo de morir de otra cosa, por ejemplo de una enfermedad
cardiaca o de otro tipo de cáncer.
=En esos 10 años otras 200
mujeres serán víctimas de una falsa alerta, lo que les puede producir ansiedad,
stress, angustia, problemas de sueño, cambios en la libido y hasta
complicaciones en su relación con la familia y los amigos. Se sentirán además
más desamparadas respecto al temido cáncer de seno lo que puede hacer que
consulten todavía más al médico y se hagan todavía más pruebas.
Bien, esto era en el 2012, luego se ha seguido investigando.
Las últimas conclusiones -que se pueden consultar en http://nordic.cochrane.org/screening-breast-cancer-mammography- y que no parecen haber llegado en absoluto ni al cuerpo médico ni al público, son todavía más negativas.
Consideran que, en la actualidad -año 2017- no solo no hay ningún beneficio en hacerse mamografías rutinarias, ni se reduce en absoluto el riesgo de morir por un cáncer de mama si no que, la mamografía rutinaria, produce pacientes con cáncer de pecho en mujeres sanas que jamás habrían desarrollado síntomas de este cáncer. El tratamiento subsiguiente aumenta su riesgo de morir por enfermedad coronaria y cáncer.
Las últimas conclusiones -que se pueden consultar en http://nordic.cochrane.org/screening-breast-cancer-mammography- y que no parecen haber llegado en absoluto ni al cuerpo médico ni al público, son todavía más negativas.
Consideran que, en la actualidad -año 2017- no solo no hay ningún beneficio en hacerse mamografías rutinarias, ni se reduce en absoluto el riesgo de morir por un cáncer de mama si no que, la mamografía rutinaria, produce pacientes con cáncer de pecho en mujeres sanas que jamás habrían desarrollado síntomas de este cáncer. El tratamiento subsiguiente aumenta su riesgo de morir por enfermedad coronaria y cáncer.
Evidentemente, sólo tú puedes
decidir qué haces con esta información.
Reconozco que tenerla en cuenta supone
enfrentarse a una serie de decisiones muy incomodas y que es más fácil fiarse de un experto y
hacerse la mamografía anual sin plantearse las cosas y sin tener que discutir
con todo el mundo, experto incluido, lo cual es bastante desagradable.
Sin embargo, si vuestra decisión
es no haceros mamografías, podéis respirar, porque hay alternativas, fáciles,
baratas, no invasivas y eficaces y no
estáis desamparadas contra el cáncer de pecho.
También hay situaciones
específicas donde, como el útil que es, puede convenir usarla, lo que es muy distinto
de prescribirla indiscriminadamente a todas las mujeres.
Sobre estos puntos y las
mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 (el caso de Angelina Jolie) escribiré
en los artículos siguientes.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
(1) Samuel S.
Epstein et al. International
Journal of Health Services. Volume 31 (3): 605-615. 2001. Dangers and Unreability of mammography:
Breast Examination is a Safe, Effective and Practical alternative.
(2) Napoli
M. Am.J. Nurs. Volume 101 (8): 14. 2001. Overdiagnosis and overtreatment:
The hidden pitfalls of cancer screening.
(3) Baum
M. Breast J. Volume 6 (5): 331-334. 2000. Epidemiology versus scaremongering:
The case for humane interpretation of statistics and breast cancer.
(4) Miller A. B. et
al. J. Natl. Cancer
Inst. Volume 92 (18) :1490-1499. 2000.
Canadian National breast Screening Study-2: 13 year results of a randomized
trial in woman aged 50-59 years.
(5) Gotzsche
P.C. and Olsen O. Lancet 355:
129-134. 2000. Is screening for
breast cancer with mammography justifiable?
(6) Olsen
O. and Gotzsche P.C. Lancet 358: 1340-1342.
2001. Cochrane review on screening
for breast cancer with mammography.
(7) Samuel
Epstein M.D. (2001) Chairman of the Cancer
Prevention Coalition and Professor Emeritus of Environmental and Occupational Medicine.
University of Illinois School of Public Health, Chicago.
(8) Peter
Gotzsche (2012) Radcliffe Publishing. Mammography screening. Truth, lies and
controversy.
Interesantísimo. Esta información debería estar en poder de todas las mujeres ¡y de todos los médicos! porque sospecho que la inmensa mayoría de ellos no se han molestado en informarse adecuadamente, si no, no se entiende que TODOS sigan recomendando la mamografía rutinaria y sigan mirándote como si estuvieras loca si no quieres hacerla, como es mi caso. Aunque no disponía de esta información tan bien documentada, siempre me pareció que hacerse regularmente mamografías no podía ser bueno pero es cierto que la enorme presión social para que te las hagas hace flaquear a veces tus razones. Sabiendo de la existencia de estos estudios independientes me reafirmo en mis ideas de NO mamografía. Y esta vez con buena base científica. Gracias.
ResponderEliminarImpresionante.. cuales serian entonces las alternativas menos agresivas y más económicas?
ResponderEliminar