La
depresión, tal como se la considera en nuestra sociedad actual, ha sido una
enfermedad nueva promovida -por ejemplo, en el Japón, donde el concepto era
desconocido- por la industria farmacéutica (1). Digo “ha sido” porque las
licencias de los medicamentos usados para tratarla están a punto de expirar y,
ahora, lo que se va a poner de moda es ser bipolar.
Así será
posible reciclar hábilmente las viejas moléculas antidepresivas, venderlas aún
más caras si es posible y dirigirse prácticamente a toda la población.
Eso no
significa que si estás deprimida no lo estés pasando fatal. La depresión puede
ser algo muy serio y muy peligroso; tan peligroso, que tengo que avisar que
este artículo no está pensado para mujeres que han padecido durante
buena parte de su vida cuadros depresivos recurrentes y graves y que están bajo
medicación desde hace años.
¿Y por qué no puedo –ni quiero– meterme
en los casos de mujeres que están bajo medicación desde hace años?
Pues porque si llevas años
medicándote y te suicidas será una desgracia para todos los que te quieren,
pero nadie será responsable y mucho menos la empresa que fabrica la molécula.
Sin embargo, si te suicidas porque has leído esto y has dejado la medicación me
podrán acusar a mí de homicidio involuntario.
Así que si este artículo te da ideas
nuevas, recuerda que no puedes dejar ni
disminuir la medicación sin seguimiento médico y mucho menos de golpe, ya
que estás tomando sustancias adictivas y muy peligrosas, que han cambiado
completamente tu percepción del entorno y de la realidad.
Sin embargo, y aunque estés
medicada, sí puedes aplicar las técnicas energéticas que recomiendo más
adelante y que te ayudarán a disminuir o dejar la medicación –si eso es lo que
quieres– siempre bajo control médico.
Así que,
una vez esclarecido este punto, y como nuestro tema es la menopausia, quiero
mostraros cómo se considera la depresión en esta fase; para ello considero
apropiado empezar citando una perla que he encontrado escrita en un artículo
médico cuyo título es “Depresión
Climatérica” (2).
Ahí va.
Desde sus inicios la medicina intentó entender, atender y tratar las
afecciones que involucran al género femenino. Ya Hipócrates buscó en el útero
(hysteron) las bases biológicas del comportamiento femenino patológico que
denominó histeria y sugirió como tratamiento el matrimonio.
Os aseguro
que no es un texto de la Edad Media escrito por eclesiásticos.
Se publicó
en octubre del año 2000 y es la introducción a un sesudo artículo neurobiológico
sobre la depresión (patológica) que nos acecha, a falta de la acción protectora de esos estrógenos que
nuestro cuerpo -el pobre, que no sabe lo que hace- ha decidido disminuir.
En este
mismo artículo se reconoce que el ovario sintetiza, al menos, otros 25 factores
hormonales, inmunológicos y de crecimiento de cuyas funciones no se conoce
casi nada, lo que se despacha diciendo que el estado del conocimiento sobre sus funciones es aún preliminar.
Esta
inmensa ignorancia sobre las funciones reales de nuestro ovario, no impide considerar como patológica la disminución
natural de un único tipo de hormona (los estrógenos) en este y otros estudios médicos,
que me he tomado la molestia de leer y desplumar echando mano de mis
competencias como doctora en biología molecular y ex editora científica -es
decir que sí los entiendo.
Todos usan
más o menos el mismo tono y, por supuesto, tienen la loable intención de ayudarnos
con el adecuado tratamiento de antidepresivos combinado con terapia hormonal de
remplazo. Tratamiento que devolvería (cito) a
la mujer en etapa productiva su plena capacidad vital.
Menos mal
que, a falta de vitales, se nos considere, al menos, productivas.
En mi
opinión, escribir según qué cosas, demuestra una preocupante carencia de
sabiduría, además de una falta absoluta de respeto por las mujeres (peri)
menopáusicas.
Y lo peor,
es que es en estos escritos, donde se instruyen los médicos encargados de velar
por esta pobre mujer madura a la que parece faltarle el criterio y la fuerza para decidir lo que
le conviene.
Eso, si
tienen tiempo.
En realidad,
y según me confesó mi ginecóloga cuando le informé sobre las últimas
conclusiones sobre la mamografía y le puse los estudios sobre la mesa –ya
escribiré sobre la mamografía–, no tienen tiempo.
Y, si por
algún milagro lo sacan para leerse algo, pasan de la introducción a las
conclusiones y se evitan todo lo de en medio, que es donde se ve el verdadero peso del artículo. Peso que,
muy a menudo, es mínimo.
¿Por qué?
Porque se
basan en datos aislados, observados en un pequeño grupo de personas y sin
contar ni con el entorno ni con el historial físico, emocional y personal de
los sujetos -por no señalar que, además, obvian el efecto de todos los demás
parámetros cuyo estado de conocimiento es
aún preliminar.
Lo que no
impide sacar conclusiones generales para toda una población, en este caso las
mujeres (peri) menopáusicas.
A mí, textos
semejantes me producen una gran… irritación.
La irritación es un sentimiento poco
aceptado socialmente en las mujeres. Es interesante señalar que según otro
artículo, titulado “Aspectos psicológicos de la menopausia” (3), es uno de los problemas de ánimo (el subrayado es
mío) que con mayor frecuencia presentan
las mujeres durante el climaterio y la menopausia, está presente en un hasta el
70 %. Harlow apunta que el 23% de la irritabilidad se acompaña de síntomas depresivos,
siendo la edad de aparición a partir de los 41 años, con un pico de 31,6% ente
los 42 a 44 años (Harlow et al. 1999).
Bien, creo
que –aparte de no comentar el estilo literario–
tampoco voy a comentar el hecho de que los 41 se consideren climatéricos
y que de eso se saquen conclusiones sobre la irritabilidad y la depresión en la
menopausia. Así que me parece que es el momento de dejar de lado
las visiones oficiales y hablar de
cosas más interesantes.
Porque si, en general, eres una
persona relativamente optimista y positiva, la depresión, de moderada a
bastante fuerte, que puede afectarte a cualquier
edad tiene que ver con fuerzas de limpieza.
Muchas veces, la depresión es lo único que puede obligarte a cambiar
situaciones negativas para ti. De hecho, la falta de energía, las ganas de
meterse en la cama y no salir, la necesidad de que te dejen tranquila, son
llamadas de atención de tu cuerpo que está agotado y necesita replegarse sobre
sí mismo y meditar nuevas estrategias.
Normalmente no vas a dejarle, ni
mucho menos vas a otorgarte el tiempo necesario para hacer este viaje interior puesto que, por un lado,
es una situación aterrorizante a la que nuestra cultura no nos ha preparado;
por otro, tenemos las obligaciones que hay que sacar adelante todos los días.
Así que hacemos de tripas corazón y seguimos
como siempre, en algunos casos con medicación más o menos suave, en otros
esperando a que pase con la venida del verano o las vacaciones.
A veces cambiamos cosas y si
habéis tenido la experiencia, la depresión os dará menos miedo y sabréis usarla.
Pues bien,
cuando llega la (peri) menopausia, nuestro programa genético, a través
del hipotálamo y la nueva, exacta,
compleja y exquisita regulación hormonal, desata con potencia inesperada
estas fuerzas de limpieza de las que hablo.
Supongo, que si tú estás haciendo
exactamente lo que debes de hacer con tu vida, no te afectarán… pero dudo que
una mujer en nuestra sociedad se encuentre en semejante estado de gracia.
Así que, lo más probable, es que el
proceso natural que pretende llevarte al estado de poder, conocimiento, calma y
seguridad inherente a la hembra inteligente de mamífero no reproductora, se
desate sobre ti sin mayor consideración.
Además, sentirás –efectivamente– una
creciente irritación y tendrás periodos de rabia, una rabia inmensa. Este es el
motor adicional, necesario y potentísimo
para terminar con situaciones que no te convienen, sean las que sean… incluso
podrías romper algo.
Por supuesto, romper algo, significa que no hemos
mantenido la (aparente) tranquilidad de un hombre, ni hemos sido lógicas, ni nos hemos comportado equilibradamente ni otro sinfín más de
lugares comunes masculinos.
A estas alturas de mi blog,
supongo que estas cosas han dejado de preocuparte. No somos hombres, somos
mujeres y somos distintas, lo cual es muy importante y vitalmente necesario.
También significa que tu cuerpo de mujer ya no admitirá las excusas y
aplazamientos que son posibles –aunque tengan su precio– mientras estás bajo la
influencia del velo hormonal de la
fase reproductora que, debido a sus prioridades relacionadas con cuidar de los otros, puede ocultarte tus
necesidades como ser único del género femenino.
El problema en la menopausia es,
que si no sigues sus indicaciones por las buenas, te cogerá de los pelos y te
obligará por las malas. En este último caso, puedes quedarte por el camino en
forma de depresión patológica, enfermedad grave, infelicidad profunda, amargura
y/o una vejez con Alzheimer.
Siento no poder adornarlo algo,
pero saber esto es parte de lo que tienes que conocer para responsabilizarte de
ti misma y de tus elecciones y ser libre.
Y si has leído hasta aquí,
querrás saber cómo te las arreglas con estas interesantes hipótesis en nuestro
mundo de todos los días.
Para empezar puedes respirar, porque
como ya he comentado en otro artículo anterior, tienes tiempo, varios años tal vez.
En cuanto a las situaciones que
no te convienen y terminan en depresión, algunas tienen que ver con comportarse
como un hombre en un mundo de hombres. Si lo has hecho, o tienes que hacerlo,
consciente o inconscientemente, no dudo de que tu cuerpo habrá empezado a darte
avisos antes de los 45.
Otras veces, tiene que ver en
parte con lo mencionado en el artículo sobre sexo y libido. Es decir
en la consciencia, a veces repentina, del derrumbe de las ilusiones que
teníamos sobre nuestra vida en pareja.
También os podéis sentir
deprimidas porque os habéis quedado en paro con cincuenta años y sabéis que
nadie os contratará nunca más, porque vuestros padres han fallecido uno detrás
de otro o están incapacitados y se han convertido en una carga muy difícil de
llevar, porque vuestros hijos se han ido (o no hay manera de que se vayan) o porque
detestáis vuestro trabajo pero tenéis que comer y pagar la hipoteca…
situaciones que, me diréis, por mucho que no os convengan no podéis cambiar.
Pero es que el cambio que pide
nuestro yo profundo no comienza desde fuera si no en nuestro interior.
En la práctica, significa en
primer lugar que deberías abstenerte de tomar decisiones mientras sientas que
tu vida no tiene sentido ni veas una salida; mientras sientas que estás sola, que
a nadie le importa un comino lo que haces o dejas de hacer; mientras todos los
caminos te parezcan cerrados. También mientras te sientas hervir de rabia y
agresividad.
Esto, que parece tan obvio, no lo
es en nuestra cultura, que considera la acción inmediata cómo única solución.
Por ejemplo, si te has quedado en
el paro y estás hecha polvo, lo que se espera de ti de todas formas es que te
pongas inmediatamente a mandar currículos y a buscar lo que sea, sin darte
tiempo ni a hacer el duelo de lo perdido ni a permitir que tu cuerpo asimile la
nueva situación. Esto puede dar lugar a acciones mal dirigidas que no darán
buenos resultados y te deprimirán todavía más.
Tu cuerpo entonces aumentará su
aletargamiento y pérdida de energía y te verás encerrada en un círculo
peligroso.
Y si te sientes así ahora, lo
primero que tienes que hacer es estirarte.
Sí, estirarte.
Hazlo como un gato, o conecta el cielo y la tierra –capítulo 9– o cualquier
cosa que para ti sea estirarte, después usa los estiramientos de la coronilla
–capítulo 9– y/o date un masaje por toda la cara estirando suavemente del
centro hacia los lados y luego varios golpeteos en los huesos de la cara y
cráneo.
Verás la diferencia.
Cuando estás deprimida todo tu
cuerpo lo está y la energía no circula. Hacerla circular cambia inmediatamente
tu percepción del entorno. Lo que no significa que, en segundos, te pongas a
dar saltos de alegría, pero sí sentirás que se te aclara la mente y podrás
estar triste, pero no desesperada.
Hazlo varias veces al día, todas las
necesarias hasta que te sientas más estable.
Evidentemente, mientras estés
deprimida, no tendrás ganas ni energía para nada, esto es normal. En una
situación ideal, tendrías que tener la posibilidad durante un tiempo de retirarte -en su sentido más literal- del mundo
exterior, como lo probable es que no puedas, al menos, no debes culpabilizarte
de tu falta de iniciativa, motivación e interés, pero los estiramientos sí
podrás hacerlos.
Una vez que ya no estés
desesperada, puedes plantearte incluir junto con los estiramientos la postura
de Wayne Cook –capítulo 9 y vídeo de Donna Eden en http://www.youtube.com/watch?v=Vr-FEoY440g–
para finalizar por hacer todos los
ejercicios del módulo menopausia que terminaran de estabilizarte –capítulos 9 y
10.
Si sigues estas indicaciones, el
proceso puede durar varios meses y tendrás recaídas, pero notarás muy rápido un
cambio sutil y paulatino. Habrá un momento en que, aunque estés triste, tu
intuición se pondrá en marcha y empezarás a ver soluciones y posibilidades.
Un día, tu mente estará clara
como jamás lo ha estado y sabrás exactamente lo que tienes que hacer y lo que quieres hacer. Este es un día mágico, un
día donde comprendes que, efectivamente, has comenzado tu ciclo de poder.
Sin embargo, debes de saber que
el paso de las fuerzas de limpieza no se hará sin consecuencias y sin dolor y
lo primero es aceptarlo.
Hay partes de tu vida que, más
pronto o más tarde, deberás dejar atrás y tendrás que hacer un duelo por ellas.
También podrás pasar por lo que sólo puedo describir como una rotura interna relacionada
con lo que se describe como el corazón que se rompe o se parte.
Es algo muy real y tan doloroso
que, por un instante, sientes que puedes morirte, de hecho, es la muerte de
algo que ha sido muy importante para ti.
También puedes sentir que estás a
punto de volverte loca.
El único recurso que conozco para
un momento así es la oración. Me refiero aquí a una desesperada petición de
ayuda que surge de lo más profundo de tu ser y que se dirige a la fuerza que
está actuando en ti.
Esta es una fuerza de destrucción
y renacimiento, reconocida desde el inicio de los tiempos por todas las
sociedades menos la nuestra. Es femenina, por lo que puedes personificarla en
una deidad o figura sagrada femenina que tenga sentido para ti y dirigirte a
Ella.
Encuentra el enunciado que te
convenga personalmente, puesto que tu petición tiene que ser totalmente sincera.
Puedes expresar tu aceptación por lo que está pasando a pesar del dolor y pedir
guías que te muestren el camino –sin embargo, si no lo sientes así, busca otra
fórmula. Ten en cuenta que no estarás visualizando
o deseando algo, estarás dirigiéndote
directamente a una fuerza que en otras
culturas se ha considerado divina y terrible.
También está llena de amor, así
que puedo asegurarte que tu plegaria –si es real-
será escuchada y recibirás ayuda en forma de persona, libro, llamada o lo que
sea.
Tal vez te interese saber que
todas las mujeres en el ciclo reproductor están en contacto una vez al mes,
durante su menstruación, con Ella. Es por eso que un porcentaje de mujeres se
deprimen durante las reglas o inmediatamente antes. También es el momento del
ciclo en que los estrógenos están más bajos; cuando empiezan a subir, después
de la menstruación, esta fuerza se retira en las profundidades de nuestro cuerpo y, normalmente, puede
ignorarse (el velo hormonal es muy
real). Sin embargo, ignorar la llamada mes tras mes, aparte de producir
síntomas físicos durante el ciclo, debilita nuestro campo energético, nuestra
confianza y nuestra estima y nos hace propensas a la histeria y la agresividad
al cortarnos del cuerpo y sus necesidades más profundas.
Resumiendo: el proceso de limpieza y renovación
es absolutamente necesario antes de acceder al estado de poder. Lo más probable
es que lo vivas en forma de depresión y pararlo con medicación o inhibiéndolo
de alguna otra forma tiene las consecuencias que he comentado más arriba (enfermedad,
depresión grave, infelicidad, amargura…).
Sin embargo, no podrás pasarlo si
estás completamente desestabilizada así que -no me importa repetirme- los pasos
que hay que dar son: estiramientos en la fase de mayor falta de energía, oración en caso de rotura del corazón y el módulo menopausia de Donna Eden una vez que
se tenga la suficiente energía para planteárselo.
Después… todas nosotras tenemos
que hacer algo, no saber el qué no tiene la menor importancia. Lo
sabrás a su debido tiempo, en cuanto te equilibres mínimamente y tu intuición
se ponga a funcionar.
Y lo que tu intuición te señale tendrá o no que ver con lo que socialmente
se considera o no importante. Sea lo que sea, aunque te parezca trivial o
que no tiene nada que ver con ayudar
a los demás -idea, esta última, profundamente anclada en la psique femenina- será vital para ti y cambiará tu entorno.
Además te hará feliz.
También estarás abriendo el
camino para tus hijas, ya que en nuestra cultura, no disponemos ni
de modelos ni de guías ni, para empezar, se admite en absoluto que las cosas
pasen tal y como yo las describo. Sólo puedo señalar que vuestra intuición os
dirá hasta dónde queréis tener en cuenta –o no– las indicaciones que doy y,
sobre esto último, quiero citaros una frase del Bhagavad Gita, uno de los textos sagrados que son patrimonio de la
humanidad:
“Más vale seguir tu línea de vida imperfecta que la línea de vida
perfecta de algún otro”.
Asimismo, he
encontrado un libro, escrito por Leslie Kenton (4), donde se recopilan algunos mitos
-que tienen hasta cinco mil años de antigüedad, que se refieren al
viaje iniciático de la menopausia a nivel psíquico y emocional. Por
desgracia y que yo sepa, el libro no se ha traducido al español y además no se
ha vuelto a editar, pero todavía puede conseguirse alguna vieja edición en
inglés. Si os interesa, buscarlo en internet.
(1) Documental de
Mikkel Borch-Jacobsen y Anne Georget. (2013) « Maladies à vendre ».
(2) A. Vieitez et
al. Depresión climatérica. ALCMEON
(Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica) 34
Año XI - Vol.9 Nro.
2 - septiembre de 2000.
(3) Dra.
M.B. Ramos. Aspectos psicológicos de la menopausia. En: medicinaysalud.unam.mx/temas/2010
(4) Leslie
Kenton (1996) Passage to Power. Natural Menopause Revolution. (Distintas editoriales).
Me ha gustado mucho este artículo sobre la depresión y no puedo estar más de acuerdo en practicamente en todo lo descrito. LLevo muchos años trabajando con pacientes con patologia dual ya que soy enfermera especialista en salud mental y no dejo de lamentar la excesiva medicalización de todos sus síntomas sin trabajar en profundidad lo que realmente deben cambiar. También es cierto que en muchos casos no lo quieren hacer por que es más cómodo ser una victima. Muchos solo reciben atención siendo enfermos y otros no pueden cambiar pues están paralizados por el miedo.
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