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miércoles, 6 de marzo de 2013

8. Sexo y libido: por qué las cosas no son lo que parecen y cómo apropiarse del espacio-tiempo personal.




Hay algunas mujeres que se desinteresan por el sexo muy pronto. Muchas veces tiene que ver con la crianza de los hijos, ya que el aumento de la hormona prolactina, que va unido al cuidado de la prole, puede bajar el deseo sexual. Desde un punto de vista biológico tiene sentido, puesto que si estás cuidando de uno o varios niños pequeños no te interesa quedarte embarazada de nuevo. 

No le ocurre a todas, desde luego y, si a ti te ha pasado, justamente en la menopausia puede ocurrirte que un hombre te haga arder de nuevo (y como no suele ser tu marido, por el momento no seguiré comentando el tema).

Y es que el sexo, como todo, depende de las personas y hay mujeres (y hombres) que utilizan su energía sexual para otras cosas, lo que es tan normal y asumible en nuestra especie como utilizarla para hacer el amor. 

Sin embargo, no interesarse por el sexo está mal visto, puesto que nuestra sociedad lo usa como mercancía y reclamo, asumiendo que todo el mundo está pensando en fornicar a todas horas, o, lo que es parecido, que tod@s nos comportamos siempre como adolescentes de sexo masculino, lo cual, además de ridículo es irreal. 

Dicho esto, y si a ti te ha interesado el sexo y de repente ya no tienes ganas, tienes que saber y/o reconocer ciertas cosas. Prefiero empezar por las causas físicas –las de más fácil solución.

Se asume médicamente que tras la menopausia se produce atrofia vulvar y vaginal con adelgazamiento de la pared muscular, disminución en el contenido celular de glucógeno, pérdida de la flora normal de lacto bacilos, alcalinización vaginal con sequedad y prurito, sin contar con la involución y atrofia de la uretra y vejiga que aumentan la frecuencia de infecciones urinarias e incontinencia (1). 

No sigo con la larga lista de cosas horribles –hay más–  que, evidentemente, pueden afectar la libido y el deseo sexual de cualquiera y, en primer lugar, porque una relación sexual con la vagina hecha unos zorros es desagradable, molesta y hasta dolorosa.

La única alternativa que te va a proponer un médico “normal” es algún tipo de tratamiento con estrógenos.

Aunque, y supongo que ya os lo imagináis, las técnicas básicas de los anillos y del ciervo –ver artículo 6- os evitará todo lo descrito más arriba y, si ya tenéis los síntomas, los revertirá poco  a poco. En este último caso, también os sugiero que miréis si bebéis suficiente agua, que no volváis a probar bebidas azucaradas industriales y que, por una temporada, suprimáis el café y el alcohol. 

Estas son cosas muy generales, pero es muy probable que vuestro cuerpo no esté suficientemente hidratado, por lo que, además, os vendrá bien tomar un suplemento de aceite de onagra o borraja que ayuda a hidratar las células desde dentro.

Mientras vuestro cuerpo pone en marcha sus mecanismos de auto-reparación siempre podéis usar un lubricante de base acuosa a comprar en farmacia o por internet. Y sobre esto no hay mucho más que decir, la solución existe, es sencilla y puede usarse a cualquier edad.

Utilizarla y escribirme si queréis decirme cómo os ha funcionado, ya que no tengo datos del tiempo que se necesita en el caso de tener los síntomas desde hace muchos años.

Sin embargo, la libido o falta de ella en la menopausia, esconde un misterio. Como comentan con asombro –y sin saber muy bien a qué carta quedarse– las mismas autoridades médicas que nos condenan de un plumazo a la sequedad y la incontinencia en nuestra etapa “deficiente”, se ha observado que las mujeres menopáusicas enamoradas no tienen ningún problema de sequedad vaginal… en realidad ningún problema vaginal. Punto.

Vaya, vaya. 

Aquí, me voy a permitir hacer un retrato, más o menos caricaturesco, de lo que llevo observando desde hace mucho tiempo cuando miro a mi alrededor.

No voy a hablar de las señoras que se han divorciado, de las que no se han casado porque no les apeteció, o de las que tienen una relación magnífica aunque no hagan el amor todas las semanas ni todos los meses –lo cual puede ser una manera perfectamente normal de vivir en pareja.  

Voy a hablar de las otras.

La que lleva veinte años junto al padre de sus hijos, con el que se lleva más o menos bien. Y que un día -por la época de la peri menopausia- cuando necesita atención, cariño, mimos especiales y apoyo incondicional, se da cuenta de que el señor a su lado hace mucho que se dedica exclusivamente a sus cosas, sean estas trabajo estresante, actividades deportivas, sesiones de futbol televisado u otras. A veces todas juntas.

A este mismo señor, que su mujer entre en la peri menopausia, le es ampliamente indiferente, no es un tema ni que le interese ni del que quiera hablar. A lo que más aspira, en todo caso, es a que la cosa pase y su señora se deje de tonterías que le distraen a él de sus actividades favoritas y otras preocupaciones.

(Y, por favor, estaré encantada de leer y dar a conocer testimonios que me digan lo contrario. Escribirme).

En realidad, la situación ha sido así desde hace mucho, pero a ti no te había importado. ¿Por qué? Bueno… porque estabas todavía en tu fase reproductora. Y en esta fase toda tu energía está focalizada en cuidar. Cuidar de tus hijos, de tu marido, de tu casa –que, además, trabajes como cualquier hombre en un mundo de hombres no cambia tu programa hormonal. 

¿Y te has parado a meditar lo que significa cuidar

Cuidar, es lograr el espacio y la armonía necesarios para el descanso, la creación y el desarrollo. Tú también puedes crear y desarrollarte, pero tu prioridad hormonal serán tus hijos, tu marido y los otros. Por ejemplo, te guste o no te guste tu trabajo, probablemente vas a intentar hacerlo lo mejor posible para los otros.

Y de repente, tal vez por sorpresa, tus prioridades van a cambiar. Y, aunque puede que no te hayas dado cuenta todavía, ya no quieres un buen padre para tus hijos o un compañero para toda la vida, que es lo que se supone que querías hasta ahora. 

Ahora, quieres un hombre atento, que te vea cuando te mira y que esté contigo, que se moleste en preguntarte que qué te pasa, que sea tierno cuando hay que serlo, que sepa compartir momentos especiales, que te desee como la mujer que eres –no como una descarga puntual de su estrés– y que esté orgulloso de ti.  

Si ocurriese todo eso es posible que no tuvieras ningún problema de libido. 

Lo que ocurre muy a menudo, sin embargo, es que te encuentras con que, además de tus hijos, tienes a un señor en casa que se comporta como si tú fueras su mamá, con las exigencias y la indiferencia hacia ti de un adolescente egoísta inmerso en su ombligo. 

Evidentemente, esto es muy poco erótico.

Dios (padre) me libre de recomendar el divorcio y/o los amantes, sería un escándalo, claro. 

Aunque puedes experimentar con algunas acciones que, a veces, cambiarán los parámetros de una relación –siempre y cuando tú seas capaz de romper con tus propias asunciones y que el señor a tu lado reaccione adecuadamente. En este sentido, y saliendo algo del tono ligero que he decidido dar a esta cuestión, asumo que no estás al lado de un maltratador. Un caso así se sale de mis competencias y del alcance de este artículo.

Pues bien, estas acciones que yo llamo técnicas de apropiación del espacio-tiempo personal, empiezan con la huelga general

Es decir, durante un mínimo de quince días, no te vas a ocupar de nada de lo que te ocupas tú exclusivamente –aunque trabajes. 

Estas cosas suelen tener que ver con áreas como ordenar la casa, poner lavadoras y lavaplatos, pensar las comidas diarias, planchar, limpiar la caja del gato… A lo mejor no es esto que digo, pero creo que entiendes de lo que hablo.

Lo que puede pasar es que tu casa se hundirá en el caos y, tal vez, en los montones de cacharros sucios. También puede pasar que las copas mal puestas en el lavaplatos se rompan, que se destiña de rojo una lavadora completa o que no comas nada decente durante varios días. 

Sin contar –esto es grave- con que el gato va a estar de un humor de perros.

Permitir y soportar esto, sin intervenir inmediatamente para remediar el desastre, es algo que irá en contra de todos tus principios, en contra de todo lo que te han enseñado, en contra de todo lo que se espera de ti implícita o explícitamente. 

Además, haberte encargado de tantas cosas durante muchos años te ha hecho sentirte imprescindible y te ha dado el convencimiento de tener casi siempre razón, por no hablar de que sabes que tu forma de hacer las cosas es la única posible para hacerlas bien.

Esta trampa, en la que caemos la mayoría, es propiciada por nuestra educación, por el ejemplo sibilino de nuestras madres –aunque nos dijimos que nosotras no íbamos a hacer lo mismo; por lo que nuestro entorno espera en realidad de nosotras y por nuestras hormonas durante el ciclo reproductor. 

En resumen, el papel de madre que cuida –se tengan o no hijos, es potenciado exageradamente cuando se juntan los factores sociales con los hormonales.

En cuanto al hombre de la casa, se encuentra en una situación bastante cómoda –aunque supongo que siempre habrá excepciones–. Situación que le permite dedicarse, casi en exclusiva, a todas sus otras actividades, las que sean. 

Situación, puede que similar en ciertos puntos sutiles, a la que vivió en el pasado con su madre (esa santa) –y todas conocemos mujeres que infantilizan a sus maridos.

Esto último, aunque infinitamente cómodo, es muy poco erótico –para él.

Así que, es muy posible que, su señora, haya dejado de tener gancho. Y eso, sin contar con que hay muchos más hombres que mujeres a partir de los 45 con problemas de falta de libido. Siendo este, uno de los mayores secretos de nuestra sociedad, que prefiere, con mucho, airear los casos excepcionales y patológicos de un Dominique Strauss-Kahn o de un Silvio Berlusconi.

Pues bien, tu huelga general es una manera para los dosciertamente brutal y por tanto a adaptar caso por caso– de romper con las rutinas asumidas en una relación. Una ocasión para reorganizar la vida que quieres para los próximos veinte años, una posibilidad de hablar de las cosas que ya no vas a hacer y que tendrán que hacer los otros. Producirá reacciones de incredulidad, asombro o enfado en tu entorno, momentos perfectos para explicar algunas de tus nuevas reivindicaciones. 

(Por cierto, un hombre estará encantado de hacer lo que le pidas si lo haces sin resentimiento).

La huelga general exige de tu parte un gran valor, una asunción lúcida de las posibles consecuencias y una tolerancia nueva: el día que puedas observar como tu marido pone un lavaplatos de la manera menos práctica y eficiente posible -y te quedes tan tranquila, sabrás que vas por el buen camino. Además, tendrás que renunciar a tus privilegios de doña Perfecta y asumir que tu casa, a lo mejor, va a estar algo más desordenada.

Si no, seguirás haciendo demasiado, agotarás tu energía en cosas que ya no te interesan y volverás la rabia que esto te va a producir contra los otros y/o contra ti misma (lo que puede causarte depresión y también síntomas físicos graves mucho antes del día M).

La segunda técnica de apropiación del espacio-tiempo personal, a ensayar antes, después o en medio de la huelga general, es el viaje de placer con tu mejor amiga u otra persona que te guste. Tiene que durar un mínimo de una semana y también lo puedes hacer sola en forma de curso o actividad que te interese. Además recomiendo hacerlo cuando a ti te convenga, no cuando no molestes al resto de la familia.

No hace falta explicar que esto creará el espacio y el tiempo adecuados para reflexionar sin interferencias sobre tu vida actual, tu libido y lo que te gustaría hacer si pudieses. Aunque no puedas, es un paso importante para conectar con tu intuición y guías interiores. El viaje de placer es algo que, a partir de ahora, puedes hacer una, dos o más veces al año.

Si has sido capaz de llevar a buen término una huelga general y un viaje de placer y ni tú ni tu pareja os habéis ido de casa –cosa que puede pasar; lo siguiente es un viaje con él para hacer algo que tú quieras hacer (no que él quiera hacer). 

Supongo que, hasta este momento, has practicado todos los días la técnica básica de los anillos –artículo 6–  y que, además, te llevarás un lubricante por si acaso. Es muy posible que, para entonces, tengas muy claro si vuestra relación tiene futuro o no y lo que estás dispuesta a hacer o no hacer en aras de tu vida sexual.

La mayoría de las veces, la pérdida de libido en una mujer no es un problema exclusivamente físico, ni tiene que ver en absoluto con la (peri) menopausia, como parece que se prefiere creer. Mucho más a menudo  está relacionado con la incompatibilidad energética y emocional que produce lo que sentimos como un abandono implícito de la parte del hombre que, suponíamos, estaba a nuestro lado.

Es importante que seamos asimismo conscientes de nuestra responsabilidad. Es posible que no nos hayamos dado cuenta, pero convertirse en madres protectoras y abnegadas de todos los que viven a nuestro lado, es una deriva lenta e inapreciable, potenciada enormemente por la norma social y velada por nuestros ciclos reproductores.

La menopausia levanta el velo.

Y, curiosamente, estos son temas tabú, al contrario del sexo que se muestra y del que se habla a todas horas y en todos los lugares.


Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.

(1) A. Becerra-Fernández. Abordaje farmacológico en la menopausia. En: Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud. Vol 27-No 4-2003.

3 comentarios:

  1. Muy bueno, una manera muy divertida, pero no por eso fuera de la realidad, de exponer las causas de la falta de líbido durante la perimenopausia....

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  2. Si, realmente he tenido la experiencia de convertirme en la madre de mi marido, y eso quita las ganas a cualquiera.

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  3. Me he quedado enganchada con este artículo,total y absolutamente. Estoy en plena práctica de huelgas..me falta el viaje a solas.. llevo mucho tiempo con una apatia total, falta de deseo y de relación sexual..a pesar de querernos muchisimo,y llevarnos bien.
    Me ha encantado ver que no es de otro planeta lo que me pasa..
    Gracias!

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