Hay dos técnicas que, probablemente, han conocido y utilizado de una forma
u otra las mujeres de muchas culturas, pero que se han perdido en la nuestra.
Yo llegué a ellas a través de mi interés por el yoga, donde se habrían enseñado
como conocimientos ocultos del yoga tántrico aunque, evidentemente, han debido
ser durante miles de años parte del bagaje de sabiduría común femenino.
Por lo que yo sé, ha sido el doctor Stephen Thomas Chang, teólogo, filósofo
y experto en medicina china y occidental, de los primeros que escribió en
detalle sobre ellas en occidente, en el Tao de la sexualidad. Esta es una
colección de textos interesantísimos reproducidos en parte en la red –olvidando
citar al autor. Yo los leí por primera vez en una recopilación en alemán [1]
sobre la práctica del yoga tántrico, aunque no he encontrado su traducción
española.
¿Qué qué es el Tao? En general se traduce como “El Camino de En medio” o
“El Camino Justo” e incluye tanto el funcionamiento del organismo y los medios
para conservarlo en buena salud –lo que ha dado lugar a la medicina tradicional
china actual– como el sentido espiritual de la vida.
Me gustaría copiaros un texto muy antiguo.
Algo inmanente y natural existía antes que el Cielo y la
Tierra.
Inmóvil e insondable, solo e inalterable; en todas partes se
manifiesta y jamás se extenúa.
Es como la Madre del Universo.
No conozco su nombre. Si mi obligación es la de darle un nombre, lo llamo Tao, y lo califico de grande. Grande
significa continuar, continuar significa ir lejos. Ir lejos significa regresar.
Pues el Tao es grande; el Cielo es Grande; la Tierra es grande; también el Hombre es grande.
Hay cuatro grandes en el universo, y el Hombre es uno de ellos.
El Hombre sigue las leyes de la Tierra; la
Tierra sigue las leyes del Cielo; el Cielo sigue las leyes del Tao; el Tao
sigue las leyes de su naturaleza intrínseca.
Tao – Téh – Ching XXV
Estas técnicas, extremadamente sencillas, y puede que chocantes para
algunas mujeres, se encuentran disponibles en la red y en muchos libros. Aunque,
para mi gusto, un poco enredadas en complicaciones e ideologías que no tienen
porqué interesar a todo el mundo.
Así que yo voy a explicarlas tal y como me sirven a mí y por qué razones
prácticas es interesante que terminéis dominándolas.
Hay varias razones.
En primer lugar, es posible que nunca hayas prestado una atención excesiva
a tu cuerpo. Que estés todo el tiempo siguiendo la corriente de ideas que
fluyen constantemente en tu cabeza. Hacer estos ejercicios te conectará con tu
cuerpo, lo que es importante si quieres llegar a dominar el arte de escuchar tu
intuición y actuar en consecuencia.
Sentir el cuerpo no es una cosa que pase de un día al otro, se
necesita cierta práctica. Estas dos técnicas te pueden ayudar sin que tengas
que angustiarte por la dificultad de obtener el silencio mental y otras cosas imposibles de conseguir simplemente
con decírselo.
Además, la técnica que se llama ejercicio
del ciervo te ayudará a regular tu producción de estrógenos; con el tiempo hará
desaparecer quistes y fibromas de tus senos y te protegerá contra el cáncer de
mama. Sin contar con que mantendrá tus pechos firmes y jóvenes –lo que puedo
asegurar que es cierto por experiencia propia.
En cuanto a la segunda técnica, que tiene docenas de variantes dependiendo
de quién la explique, yo para simplificar la llamo técnica de los anillos. Es el ejercicio que hará de tu vagina un
sistema muscular fuerte, sin problemas ni de lubrificación ni de adelgazamiento ni de incontinencia.
Puedes llegar al control vaginal completo, pero esto sólo lo conseguirás si
realmente te interesa. No es necesario aspirar a tanto puesto que los
resultados son altamente satisfactorios mucho antes, la lubrificación, tono
muscular y control de la incontinencia –si hubiese este problema–, se consiguen
con el ejercicio básico.
Ejercicio del ciervo
Siéntate desnuda, o con las bragas puestas –como te sea más cómodo– en el
suelo o en la cama en la posición del loto.
Mira en la red si no conoces esta posición y hazla sencilla y fácil, con
las piernas simplemente cruzadas delante de ti, ayudándote con cojines si es
necesario y sin forzar nada. Olvida lo de poner cada pie encima del muslo
contrario… probablemente no eres una yoguini
que lleva treinta años ejercitándose ni falta que hace. Si no puedes
hacerlo, deja una pierna estirada y dobla la otra hacia ti.
Mantén la espalda todo lo recta que puedas sin tensarte, relaja los hombros
y la mandíbula. Siéntate parcialmente sobre un cojín si ello te facilita la
postura.
Roza con el talón del pie que más te convenga el clítoris y mantén algo de
presión durante todo el ejercicio. Si no llegas con el talón, usa una pelota de
tenis o similar. La zona de los labios vaginales y clítoris debe ser estimulada
suavemente durante el ejercicio, lo que se consigue con esta presión ejercida
con el talón.
Respira tranquilamente y sonríe. Frota tus manos una contra la otra durante
unos segundos.
Pon cada mano sobre la parte superior del seno correspondiente (derecha
sobre el derecho, izquierda sobre el izquierdo) y comienza con cada mano un movimiento de rotación hacia
fuera.
Cuenta tranquilamente entre 40 y 100 círculos completos rodeando tus senos
–sin rozar el pezón–. 40 y 100 son dos cifras factibles. Según el Tao de la
sexualidad 36 círculos sería el mínimo y 360 el máximo. Haz lo que te parezca y
apetezca entre estos dos extremos.
Siente tu pecho, su suavidad, su ternura. Puede estar dolorido y tenso,
trátalo con mimo. Puedes sentir otras cosas porque, aunque no lo notes, vas a
empezar a mover energía desde tu chacra raíz hacia arriba, simplemente acepta
lo que tu cuerpo te muestra o no te muestra. No hay prisas para nada.
Sonríe.
Para que el ejercicio del ciervo funcione hay que hacerlo dos veces diarias
durante un largo periodo de tiempo, por no decir durante el resto de tu vida.
Esto que digo no debe descorazonarte; lo más difícil es empezar y mantener
la regularidad durante los primeros meses, después se integra completamente, sin
contar con que comienzas a notar los beneficios y ya no te cuesta nada hacerlo.
Es como lavarse los dientes. Normalmente es más fácil acordarse si se practica al
levantarte y al acostarte.
Técnica básica de los anillos
La puedes practicar en el metro, viendo la tele, esperando en la consulta
del oculista, en el cine… y también sentada, de pie o acostada.
Si nunca has hecho ejercicios para reforzar la musculatura del suelo
pélvico –aunque muchas de vosotras conoceréis alguno, por ejemplo los
ejercicios de Kegel– yo recomiendo empezar sentada porque así notarás mejor las
contracciones.
Empieza respirando normalmente y contrayendo el esfínter anal, es un
movimiento de absorción hacia dentro, fácil de notar.
En realidad, se divide en tres movimientos que afectan a tres anillos
musculares que van del exterior al interior, pero no es necesario que hagas la
diferencia al principio.
Simplemente contrae el esfínter anal lo que puedas, empieza suavemente y
luego lleva la contracción al máximo que te sea cómodo. Mantén la contracción
de tres a seis segundos mientras respiras normalmente.
Relaja. Respira una o dos veces relajada y vuelve a intentarlo.
Hazlo varias veces seguidas, al principio pueden ser
tres, luego pueden ser diez. Al principio, podrás mantener la contracción tres
segundos o menos, luego podrás mantenerla diez segundos.
No exageres las primeras veces y procura no contraer ni la tripa, ni los
muslos, ni los hombros. Si notas que lo haces, simplemente relaja lo que puedas
y no te preocupes.
Terminarás notando que el ejercicio actúa no sólo en el ano, también lo
hace en el perineo, la vulva, el clítoris, la vagina y el útero, esto es normal
y puedes notarlo rápidamente o no. Descubre lo que es para ti. Será adecuado si
estás cómoda.
Esta es la técnica de los anillos básica.
Hay que hacerlo todos los días, una o mejor dos o tres veces un par de
minutos, hasta que la técnica esté integrada en tu vida corriente y lo hagas
casi sin pensar en varia ocasiones al día.
Si todavía no habéis pasado por el día M y os sentís perfectamente bien, os
recomiendo de todas formas integrar en vuestra vida el programa básico.
Son las
dos técnicas que deberían conocer todas las mujeres desde la pubertad, porque
son los ejercicios que protegerán vuestro pecho y vagina durante toda vuestra
vida y os mantendrán jóvenes y sexuales
después de la menopausia.
Según el doctor Chang, el ejercicio del ciervo lo usaron durante siglos las
mujeres nobles para controlar sus embarazos. En teoría es posible, ya que este
ejercicio podría mantener el nivel hormonal constante y, por lo tanto,
suprimiría las reglas en las mujeres en edad reproductora. El Tao considera esto una gran ventaja.
Aquí es interesante señalar que se obtendría un estado transitorio similar al
de la menopausia y que esto
mantendría la juventud.
Si la mujer se quiere quedar embarazada interrumpe el ejercicio, lo que
hace volver las reglas.
Hasta aquí la teoría. En la práctica, yo utilicé el ejercicio durante mi
treintena justamente con esta idea y, como mis reglas no se interrumpieron, me
aburrí y dejé de hacerlo. Me parece que a la mayoría de las mujeres jóvenes les
puede pasar lo mismo, ¡la constancia es difícil si no se ven resultados más o
menos inmediatos!
Volví a retomar el ejercicio del ciervo más tarde, con 45 años, y lo hice
porque me encontraron quistes en el pecho, una situación muy común que afecta a
la mayoría de las mujeres de más de 40 años –escribiré específicamente sobre
ello en los capítulos sobre la mamografía.
Ya nunca he dejado de hacerlo y los beneficios son claramente evidentes ahora pero, en realidad, en este segundo
intento pude notar lo bien que me venía enseguida.
Por tanto, yo recomendaría empezar el ejercicio cuanto antes mejor, pero
con calma y sin obsesionarse. Creo que para interrumpir las reglas se necesita una
concentración y una constancia que no están al alcance de cualquiera; pero como
esta técnica regula desde el principio la producción hormonal, aunque no las
interrumpa, puede ayudar enormemente en el caso de que haya reglas
problemáticas, además de los efectos positivos sobre el pecho.
Si vuestras hijas quisieran experimentarla, tal vez les interese saber que,
los antiguos textos, dicen que la mujer que empiece el ejercicio del ciervo con
veinte años mantendrá toda su vida la apariencia de los veinte años. Como no
conozco a ninguna mujer que haya empezado a esa edad, no sé si da para tanto,
pero sí puedo decir por experiencia propia que hay una gran verdad en esta
afirmación.
Respecto al ejercicio de los anillos, ahora no voy a agobiarte con todo lo
demás que, en teoría, puedes hacer.
Algunas cosas las descubrirás tú sola haciendo el básico; más adelante
explicaré algunas técnicas avanzadas de control vaginal completo porque a lo
mejor viene un tiempo en el que tendrás ganas de ensayarlas.
No podrás hacerlas si no dominas el básico, pero tampoco son obligatorias,
porque el básico se basta solo para conseguir un cambio radical en tu vagina
y/o mantenerla sana; digamos que puedes considerarlas como la guinda en el
pastel: un detalle bonito y placentero.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
[1] Diane von Weltzien (Hrsg.) 1994. Das
Tantra Praxisbuch. Goldmann Verlag
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