Si en tu familia ha habido ya varios
cánceres de mama, si la edad de diagnóstico fue inferior a 40 años
si, además, se ha presentado algún cáncer de ovario o de mama en un pariente cercano
masculino, es posible que en tu familia haya portadores de las mutaciones
genéticas BRCA1 o BRCA 2 y también es probable que ya lo
sepas.
He subrayado algunas palabras
porque el hecho de que a tu madre, por ejemplo, le hayan diagnosticado un
cáncer de pecho a los 70 años –muy a menudo un DCIS (ductal carcinoma-in-situ) pre-invasivo que no debería haber sido
tratado– no significa en absoluto que en la familia existan estas mutaciones
que, de hecho, son rarísimas.
Hablaré de ello en el artículo
siguiente.
Si estas sana y en tu familia
cercana no ha habido todo lo anterior relacionado con las mutaciones BRCA1 o BRCA 2 puedes optar, bajo tu responsabilidad de mujer adulta, por
no hacerte mamografías anuales. Sin embargo lo que sería poco responsable de tu
parte es que no hagas nada, ya que no
hay que perder de vista que el cáncer de mama es el de mayor incidencia en las
mujeres.
Tampoco hay que dramatizar y
estar angustiada por ello, por ejemplo en España, con una población de algo más
de 46 800 000 habitantes, hubo 6231 fallecimientos por cáncer de mama
en el año 2012 (1). A relativizar comparándolo con los 65 048 debidos a
accidentes cardiovasculares del año 2009 –último año donde la sociedad española
de cardiología daba cifras cuando escribí este artículo–.
Actualmente, es el accidente
cardiovascular y no los tumores, cáncer de mama incluido, la primera causa de
mortalidad en las mujeres (2).
Sin contar con que el cáncer de
pecho puede ser localizado a tiempo utilizando el autoexamen mensual por
palpación, que es la alternativa práctica, efectiva y segura a la mamografía
rutinaria (3).
Si estás en la cincuentena
todavía recordarás la época en que se repartían folletos en las consultas del
médico, clínicas y hospitales con las instrucciones para hacerse este
autoexamen. Los folletos han ido desapareciendo desde que las mamografías rutinarias
se han generalizado, con el problema, ya comentado en el capítulo 13, de que la
mamografía puede no ver el cáncer agresivo que dobla de tamaño en un mes
–mientras que tú si lo vas a notar si conoces tu pecho y te haces la palpación
mensual.
También he observado que en
España en particular, aunque afortunadamente no ocurre así en otros países,
muchos ginecólogos han dejado de hacer el examen clínico por palpación.
Esto es un paso atrás en el
diagnóstico del cáncer de mama, ya que el autoexamen mensual más un examen
clínico anual hecho por un médico o profesional
de la salud entrenado, es la forma más segura y menos invasiva de localizar
un cáncer de mama a tiempo, evitando el sobretratamiento y los otros problemas
que implica la mamografía rutinaria.
Evidentemente, si el autoexamen y
la palpación clínica indican que algo va mal, es el momento de utilizar el
resto de las herramientas disponibles, entre ellas la mamografía.
El autoexamen del pecho es rápido
y sencillo, pero hay que tener en cuenta si todavía tienes reglas o no,
porque si aún menstruas tu pecho es especialmente sensible y está bajo la
influencia de las subidas y bajadas de estrógenos y progesterona mensuales y,
dependiendo del momento del ciclo, podrías notar la estructura que rodea e incluye
las glándulas productoras de leche como más
o menos nodular.
Como los cambios pueden ser
espectaculares no es una buena idea hacerse el autoexamen al azar… más bien te
asustarías, si notas nódulos que cambian de tamaño bajo el influjo hormonal.
Sin contar con que puedes
pertenecer al amplio grupo de mujeres con pechos hinchados y doloridos la mayor
parte del mes y, en general, no tienes ningunas ganas de palparlos –y si el
cuerpo te lo pide, mejor es seguir sus indicaciones.
Ya he indicado en capítulos
anteriores las soluciones a la molestia del pecho hinchado y dolorido:
ejercicio del ciervo y aceite de onagra y/o borraja.
Es por ello que, en mujeres con
reglas, el autocontrol es mejor hacerlo justo al terminarse la menstruación,
cuando el pecho todavía no está excesivamente sensible; también es más fácil
notar los nódulos perfectamente normales del tejido glandular interno.
Si ya no se tienen reglas el
momento es indiferente pero, por comodidad, se recomienda un día más o
menos fijo al mes.
El autocontrol más sencillo y rápido es bajo la ducha:
levanta el brazo izquierdo y, usando tu mano derecha algo ahuecada, palpas con delicadeza
y atención el seno izquierdo y la axila correspondiente, el movimiento, que
cubrirá poco a poco todo el seno, debe ser lento y circular.
Luego levantas el brazo derecho y
haces lo mismo con el seno y axila derechos.
Además, antes o después de la
ducha, se recomienda observar el aspecto
exterior delante del espejo y con los brazos en jarras, repites la
observación levantando los brazos y poniendo las manos detrás de la cabeza,
finalmente, manteniendo las manos detrás de la cabeza giras hacia un lado, observas
el seno correspondiente, vuelves a girar y pasas tu atención al otro.
Después de unos meses de repetir
este procedimiento conocerás tu pecho exteriormente, su forma y peso habituales
–en general distintos de uno al otro–, tipo de pezón etc., e interiormente: sus
nódulos normales –si los notas, que puedes no notarlos, sus durezas, su
sensibilidad, también si está dolorido casi siempre… si hay un cambio
sospechoso lo notarás de inmediato.
Claro que para eso lo tienes que
hacer todos los meses, porque si no, te será difícil decidir si hay o no hay
cambios y el autocontrol, más que nada, te angustiará.
El autocontrol bajo la ducha, se
puede alternar o complementar con el autocontrol clásico, bien delante del
espejo, bien tumbadas. Podéis encontrarlo descrito en la red y hay también
varios videos; es fácil pero he
comprobado que casi nadie encuentra el tiempo y la tranquilidad para
hacerlo, así que he preferido explicaros el que considero que sí
puede hacerse por poco tiempo que se tenga.
Hasta aquí me he atenido a
sugerir procedimientos conocidos y comprobados desde un punto de vista médico y
científico.
Lo segundo que sugiero es que,
además de la palpación mensual con el método que os convenga, hagáis el
ejercicio del ciervo; como ya he explicado en el artículo 6 esta técnica te ayudará a regular tu producción de
estrógenos, con el tiempo hará desaparecer quistes y fibromas de tus senos y te
protegerá contra el cáncer de mama… pero… no está comprobado científicamente.
Para hacerlo científico, un
mínimo de mil mujeres, con un perfil sociocultural similar –es decir una
alimentación, unos problemas, unos trabajos etc. parecidos– deberían hacerlo todos
los días dos veces, durante diez años y habría que comparar la incidencia del
cáncer de mama en este grupo con un número similar de mujeres en parecidas
circunstancias socioculturales que no hagan el ejercicio.
Como semejante estudio no va a
dar dinero a ninguna compañía, lo único que puedo decir
es que sigáis vuestra intuición respecto al ejercicio del ciervo.
Si vuestra decisión es hacerlo
notareis sus efectos, pero estos no son inmediatos en el caso de quistes; por
ejemplo, para empezar a ver –con ecografía– su progresiva disminución y
desaparición, necesitaréis una práctica de varios años: de seis meses a dos años
para quistes recientes, de dos a cuatro para quistes que se han estado desarrollado
tal vez durante diez, quince años o más, dentro de tu pecho.
En nuestra sociedad de lo quiero ahora y rápido, el ejercicio
del ciervo nos enseña el valor real del tiempo y nos da la actitud adecuada
para conocer y respetar los ritmos de nuestro cuerpo.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
(1)
Sociedad Española de Oncología Médica
(SEOM): http://www.seom.org/es/prensa/el-cancer-en-espanyacom/
(2)
Sociedad Española de Cardiología:
http://www.secardiologia.es/actualidad/notas-de-prensa/
(3) Samuel S.
Epstein et al. International
Journal of Health Services. Volume 31 (3): 605-615. 2001. Dangers and Unreability of
mammography: Breast Examination is a Safe, Effective and Practical alternative.
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