Mi última regla terminó un 7 de
agosto. Aquel fue el día de mi menopausia. Entonces no lo sabía todavía, pero
como ya tenía 52 años y llevaba dos con pequeños desarreglos menstruales (que
no me habían molestado en absoluto) había empezado a consultar las páginas web
en busca de una información inicial con la idea de empezar a prepararme para la
nueva etapa de mi vida.
Lo que encontré no me gustó.
Y es que yo tenía la idea de que
la menopausia era el inicio de una fase importante y natural en mi vida, es
más, que era el inicio de un tiempo de poder y conocimiento. Me encontré con la
típica explicación de la deficiencia de estrógenos y de los síntomas que esta
supuesta deficiencia produce, amén de las interpretaciones con autoridad médica
refiriéndose a “los desequilibrios hormonales” y a que nos quedamos “sin la
protección de las hormonas”.
¡Ah, sí! Y los tratamientos hormonales
disponibles más los consejos en tono paternalista.
Es decir, que en el año 2013
cuando escribo esto, y a pesar de todos los comentarios sobre “lo natural del
proceso”, se sigue considerando la menopausia como una enfermedad. Se sigue
ignorando la sabiduría del cuerpo y, en este caso, la del cuerpo femenino. Se
sigue asumiendo lo mismo que se ha asumido en los últimos treinta años, a
partir del desarrollo en los años ochenta de la terapia sustitutiva hormonal
–un jugosísimo negocio, por cierto–: que la mujer a partir de los 50, o incluso
antes, es “deficiente”.
La doctora Mary Anderson (1) se
preguntaba en 1983: “¿…deberíamos considerarla (la menopausia) un estado
deficiente como la diabetes, donde falta insulina y puede administrarse para mantener
el equilibrio del cuerpo? Y la respuesta era: el pensamiento más reciente
favorece este enfoque.
Enfoque que sigue predominando. Tal
vez por eso, la doctora Carmen Menéndez, en una entrevista del 10 de enero del
2013 (2) asegura que si ella pudiese elegir, elegiría “no tenerla (la
menopausia)”.
Afortunadamente hay libros
excelentes sobre el tema, escritos por mujeres y que iré mencionando, pero
sobre todo, lo que quisiera es dar una primera información alternativa al tema
de la menopausia.
Una información que hable de la
sabiduría del cuerpo femenino y de las hormonas –son muchas más que el
estrógeno– que participan en el exquisito baile que nos prepara para los
próximos treinta a cuarenta años de nuestra vida. Son demasiados años como para
que la idea de la naturaleza fuera abandonar el cuerpo y el espíritu al estado
de declive que se presupone, más o menos abiertamente, en nuestras sociedades
de orientación masculina.
Sin contar con que el baile puede
empezar hasta unos diez años antes del día M y que si se entendiera como lo que
es, ahorraría problemas de tiroides, depresión y ansiedad a muchas mujeres en
lo que tendría que ser su espléndida cuarentena.
Sin embargo esta información no
se suele tener, porque la menopausia no es algo de lo que se hable ni que
interese hasta que, coincidentes con la edad, empiezan las irregularidades en
el ciclo menstrual.
Esto es así porque la mujer tiene
miedo.
Miedo a estar enferma debido a
las supuestas deficiencias, miedo a perder su atractivo, su libido, sus huesos,
miedo a envejecer. No es extraño entonces que decirle a alguna bella cuarentona
que sus problemas de tiroides y descenso en los niveles de progesterona son
llamadas de atención pre menopáusicas produzca una reacción de enfado, del tipo
¡a mi todavía me quedan años para… eso!
Sin contar con que la asunción de
la decadencia está perfectamente implantada en los códigos mentales femeninos,
lo que pude ver hace poco cuando una interesante señora en la mitad de la
cuarentena -y que, en su caso, todavía ve lejísimos eso de la menopausia- me
dijo toda convencida: “La vejez es un proceso natural que hay que aceptar”.
Cierto… lo que ella todavía no sabe es que la vejez no empieza con la
menopausia, ni es ese el plan natural, sin embargo, es lo que en el fondo se
piensa en nuestra sociedad –y por tanto también lo piensan las mujeres.
Iré tratando una detrás de otra
las suposiciones y asunciones en las que se basa el pretendido declive
femenino. Asunciones y suposiciones que, vistas de cerca, se quedan en muy poco,
además de que están basadas en datos extraídos del contexto de la vida, de los
ciclos y de la naturaleza. O en otras palabras, despojados de toda su
inteligencia femenina.
También hablaré de técnicas y
recursos que, en su mayoría, he experimentado personalmente y me han
funcionado. Y daré las informaciones que considero imprescindibles, aunque a
veces vayan en contra de lo generalmente admitido. Aquí es importante que
tengáis claro que me dirijo a mujeres adultas, responsables de su vida y de sus
decisiones, que no están gravemente enfermas ni sufren de trastornos psicológicos
o emocionales peligrosos. Los útiles que propondré son a utilizar usando el
sentido común y bajo vuestra propia y única responsabilidad.
Finalmente me gustaría que esto
fuese un foro abierto para aquellas que quieran participar contando sus
experiencias, sus miedos y lo que les funcionó o no. Todas somos diferentes y
lo que le sirva a una puede, o puede que no, le resulte a otra. Cuanto más
sepamos unas de otras, más posibilidades tendremos de encontrar lo que nos
viene bien en particular y también podremos encontrar apoyo y consuelo cuando
las poderosas energías de limpieza y regeneración que se activan durante la
menopausia pasen como un terremoto aparentemente destructor por nuestra vida.
Porque eso sí que hay que vivirlo. Es lo que la naturaleza ha planeado
para nosotras y de cómo lo vivamos depende que nos abramos a la segunda flor de
la vida –como lo describe con absoluta exactitud Donna Eden (3)– o que,
efectivamente, envejezcamos rápidamente.
Somos nosotras las que debemos
elegir.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
Para ojear mis otros libros y saber más sobre mí puedes ir AQUÍ.
(1)
Mary Anderson. (1983) The Menopause. Faber and Faber Limited.
(2)
Entrevista en
www.webconsultas.com/menopausia/
(3)
Donna Eden & David Feinstein. (2012)
Medicina energética para mujeres. Ediciones Obelisco
¡Espero vuestros comentarios!
ResponderEliminarGracias Rosa! por crear este sitio donde encontramos una visión diferente de lo que se nos dice desde jóvenes acerca las distintas etapas de la vida de una mujer.
ResponderEliminarEn mi caso particular yo pase por la negación y tristeza de la llegada del día “M” antes de lo esperado, y claro fue como un rayo que te cae directo y te parte en mil pedazos...
Luego de un tiempo llegue a la conclusión que aceptar y mirar de frente mi estado era mejor que pelear con él y desde entonces esa energía y pensamientos los puedo dedicar a otras cosas nuevas y más creativas...bueno en general tengo que decir que mis ansias de aprendizaje y de expansión a otros campos diferentes de lo que hago cotidianamente solo se han incrementado...así que estoy muy en sintonía con tus artículos, y estoy segura que es una gran aporte para todas.
Maritza
Primero agradezco el estilo y contenido de este blog, por ser tan sencillo, sentido y didáctico. Segundo, agradezco a la vida y su sincronización la lectura de este texto, y otros relacionados, q naturalizan el proceso de la menopausia y nos hablan de toda la energía y poder q se despierta en nuestro ser mujer.gracias.
ResponderEliminarGracias por darme tu opinión. Para mi es muy motivador ver que este blog puede servirle a otras mujeres.
EliminarMe alegra enormemente haber encontrado este blog. El día M llegó antes de lo esperado y la verdad es que me sentí abatida, acabada. Tenía asumido el concepto de quedarme "seca" para el resto de mi vida, y a la vez me enfurecía la idea de convertirme en un ser inservible, sintiendo en realidad todo lo contrario, estoy genial de físico y de mente. Gracias por exponer lo que en el fondo pensaba y animarme a pasar por encima de lo que la sociedad dicta. Por cierto, he incorporado las técnicas que nos recomiendas y va estupendamente. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por compartir tu experiencia. Saber que lo que escribo tiene una real utilidad par otras mujeres me llena de alegría. Un abrazo.
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